Mahmud Darwish

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Poeta palestino. Está considerado una de los más importantes poetas árabes contemporáneos. Sus primeros trabajos se enmarcan en la poesía lírica cercana a la poesía árabe clásica. Posteriormente empieza a innovar y se ve influenciado por poetas occidentales como Lorca, Eliot o Aragon. En su obra empieza a aparecer el desencanto, pero también la esperanza frente a la sitaución política de los palestinos. Una de las características más apreciadas en sus poemas es el ritmo, pero imagino que ese ritmo es algo difícil de trasladar a una traducción.
La versión es la de María Luisa Prieto.


TOMA MI CABALLO Y SACRIFÍCALO
Tú, no mi obsesión de conquistas, eres mi boda.
He dejado a mi alma y a sus parientes, tus demonios interiores,
la libertad de plegarse a tus deseos.
Toma mi caballo
y sacrifícalo
para que, cual guerrero tras la derrota, yo camine
sin sueños ni emociones...
Paz a la fatiga que deseas,
al príncipe cautivo, al oro necesario para la celebración
del verano por tus seguidores. Mil paces para ti,
entera y plena con tus pretendientes, humanos o genios.
Paz a lo que has hecho de ti para
ti: la horquilla de tu pelo rompe
mi espada y mi escudo,
y el botón de tu camisa porta, en su luz,
la contraseña para toda clase de pájaros.
Toma mi aliento como si tomaras una guitarra que acceda
a tus deseos de viento. Toda mi Andalucía
está en tus manos. No descuides ninguna cuerda
para defender el alma en mi Andalucía.
Yo sabré, en otra época,
sabré que he logrado la victoria con mi desesperación,
que he encontrado mi vida, allí,
fuera de ella, junto a mi pasado.
Toma mi caballo
y sacrifícalo, para que yo porte mi ser,
vivo o muerto...
Incluido en "El lecho de una extraña" de 1999


¿QUIÉN SOY YO, SIN EXILIO?
Extraño como el río al borde del río...El agua
me ata a tu nombre. Nada me retorna de mi lejanía
a mi palmera: ni la paz ni la guerra.
Nada me incorpora a los Evangelios.
Nada... nada relumbra desde la costa del flujo
y el reflujo entre el Tigris y el Nilo.
Nada me desembarca de los navíos del faraón.
Nada me porta o me hace portar una idea: ni la nostalgia
ni la promesa. ¿Qué hacer? ¿Qué
hacer sin exilio y sin una larga noche
que escrute el agua?
El agua
me ata
a tu nombre.
Nada me lleva de las mariposas de mi sueño
a mi realidad: ni la tierra ni el fuego. ¿Qué
hacer sin las rosas de Samarcanda? ¿Qué
hacer en un lugar que pule los cantos con sus piedras
lunares? Ambos somos ligeros, como nuestras casas,
en los vientos lejanos. Somos amigos de los seres
extraños entre las nubes... dos restos de
la gravitación de la tierra de identidad. ¿Qué haremos? ¿Qué
haremos sin exilio y sin una larga noche
que escrute el agua?

El agua
me ata
a tu nombre.
No queda de mí más que tú, y no queda de ti
más que yo, un extraño que acaricia el muslo de su extraña. ¡Oh,
extraña! ¿Qué haremos con la tranquilidad que
nos queda y con una siesta entre dos mitos?
Nada nos lleva: ni el camino ni la casa.
¿Este camino ha sido siempre igual,
o nuestros sueños lo han cambiado
tras hallar, entre los mongoles, un caballo
en la colina?
¿Qué haremos?
¿Qué
haremos
sin
exilio?
Incluido en "El lecho de una extraña" de 1999


EL AMOR ME ENSEÑA A NO AMAR
El amor me enseña a no amar, a abrir la ventana
al borde del camino. ¿Puedes emerger de la llamada de la albahaca
y partirme en dos: tú y lo que queda de la canción?
Cualquier amor es el amor. En cada amor veo el amor, como muerte de una muerte precedente.
Viento que se afana en impulsar a los caballos, entre nubes y valles, a su madre-viento.
¿No puedes salir del tintineo de mi sangre para que acune este ardiente deseo,
para que aparte a las abejas de los pétalos de la rosa contagiosa?
Cualquier amor es el amor. Me pregunta: ¿cómo ha vuelto el vino a su madre y se ha quemado?
¡Qué dulce es el amor cuando atormenta y destruye al narciso del deseo!
El amor me enseña a no amar y me deja a merced de las hojas.
Incluido en "Menos rosas" de 1986


¿CUÁNTAS VECES TERMINARÁ LO NUESTRO?
Contempla sus días en el humo de los cigarros,
mira el reloj de bolsillo:
si pudiera, pausaría su sonido
para aplazar la maduración de la avena.
Él sale de sí mismo agotado, impaciente.
El tiempo de la mies ha llegado.
Las espigas son pesadas, las hoces descuidadas
y el país
se aleja ahora de su puerta profética.
El verano del Líbano me habla de
mis viñas en el Sur.
El verano del Líbano me habla
del más allá de la naturaleza,
pero mi camino hacia Dios comienza
desde una estrella en el Sur...
- ¿Me hablas, padre?
- Ellos han fijado una tregua en la isla de
Rodas, hijo.
- ¿Y qué tenemos nosotros que ver con eso, padre?
- Y se ha terminado todo.
- ¿Cuántas veces terminará lo nuestro, padre?
- Ya se ha terminado. Han cumplido con su deber:
Han disparado con fusiles rotos contra los aviones enemigos.
Hemos cumplido con nuestro deber. Nos hemos alejado de
los acedaraques para no mover la gorra del jefe militar.
Hemos vendido los anillos de nuestras mujeres
para que cazaran pájaros, hijo.

- ¿Pero entonces, padre, nos quedaremos aquí,
bajo el sauce del viento,
entre los cielos y el mar?
- Hijo mío, todo aquí
se asemejará a algo de allí.
Seremos a nuestra imagen y semejanza
por las noches,
y la estrella eterna de la semejanza
nos consumirá.

- Padre, aligérame del peso de tus palabras.
- He dejado las ventanas abiertas al arrullo
de las palomas,
he dejado mi rostro en el brocal del pozo,
he dejado a las palabras charlando a su antojo,
colgadas en el armario,
he dejado a la oscuridad en su noche,
envuelta en la lana de mi espera,
he dejado a las nubes tendiendo sus zaragüelles
en la higuera,
he dejado al sueño engendrando al sueño
y he dejado a la paz sola,
allí en la tierra...
- ¿Estabas soñando en mi vigilia, padre?
- Levántate. Regresaremos, hijo mío.
Incluido en "¿Por qué has dejado el caballo solo?" de 1995

This entry was posted on 13 abril 2012 at 20:37 and is filed under , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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