Poeta iraquí. Fue pionera (junto a Badr Shakir al Sayyab) en la introducción del verso libre en la poesía árabe, abandonando así el canon formal clásico de la misma. De todas formas, ese abandono de la estructura clásica no significa una revolución total ya que aún mantendrá la musicalidad en los versos (esta parte es la que nos perdemos con la traducción). Uno de los temas recurrentes en su poesía es la defensa de los derechos de las mujeres en la sociedad árabe. Está considerada una de las principales figuras del modernismo y su obra, tanto poética como de crítica literaria, ha tenido gran influencia en todos los poetas del mundo árabe de la segunda mitad del siglo XX.
Estos dos poemas pertenecen a "El hueco de la ola" de 1957.
La versión es de María Luisa Prieto.
Lavar la deshonra
¡Mamá! Un estertor, lágrimas, negrura.
La sangre fluye, el cuerpo apuñalado tiembla,
el pelo ondulado se ensucia de barro.
¡Mamá! Sólo se oye al verdugo.
Mañana vendrá la aurora,
las rosas se despertarán
a la llamada de los veinte años
y la esperanza fascinada.
Las flores de los prados responden:
se ha marchado... a lavar la deshonra.
El brutal verdugo regresa y dice a la gente:
¿la deshonra? –limpia su puñal-
hemos despedazado la deshonra.
De nuevo somos virtuosos, de buena fama, dignos.
¡Tabernero! ¿Dónde están el vino y los vasos?
Llama a esa indolente belleza de aliento perfumado
por cuyos ojos daría Corán y destino.
Llena tu vaso, carnicero,
la muerte ha lavado la deshonra.
Al alba, las chicas preguntarán por ella:
¿Dónde está? La bestia responderá:
la hemos matado. Llevaba en la frente
el estigma de la deshonra
y lo hemos lavado.
Los vecinos contarán su funesta historia
y hasta las palmeras la difundirán por el barrio,
y las puertas de madera, que no la olvidarán.
Las piedras susurrarán:
“Lavar la deshonra”
“Lavar la deshonra”
Vecinas del barrio, chicas del pueblo,
amasaremos el pan con nuestras lágrimas,
nos cortaremos las trenzas,
nos decoloraremos las manos
para que sus ropas permanezcan blancas y puras.
No sonreiremos ni nos alegraremos ni nos giraremos
porque el puñal, en la mano de nuestro padre
o de nuestro hermano, nos vigila
y mañana, ¿quién sabe en qué desierto
nos enterrará para lavar la deshonra?
La bailarina apuñalada
Baila, con el corazón apuñalado, canta
y ríe porque la herida es danza y sonrisa,
pide a las víctimas inmoladas que duerman
y tú baila y canta tranquila.
Es inútil llorar. Contén las ardientes lágrimas
y del grito de la herida extrae una sonrisa.
Es inútil explotar. La herida duerme tranquila.
Déjala y venera tus humillantes cadenas.
Es inútil rebelarse. Nada de cólera contra el furioso látigo.
¿Qué sentido tienen las convulsiones de las víctimas?
El dolor y la tristeza se olvidan
y también uno o dos muertos, y las heridas.
Convierte el fuego de tu herida en melodía
que resuene en tus labios anhelantes
donde queda un resto de vida
para un canto que no callan la desgracia ni la tristeza.
Es inútil gritar. Repulsa y locura.
Deja al muerto tendido, sin sepultura.
Cualquiera muere... que no haya gritos de tristeza.
¿Qué sentido tienen las revueltas de los presos?
Es inútil rebelarse. En la gente, los restos
de venas no dejan circular la sangre.
Es inútil rebelarse mientras algunos inocentes
esperan ser inmolados.
Tu herida no se diferencia de las demás.
Baila, ebria de tristeza mortal.
Los insomnes y los perplejos están abocados al silencio.
Es inútil protestar. Descansa en paz.
Sonríe al rojo puñal con amor
y cae al suelo sin temblar.
Es un don que te degüellen como una oveja,
es un don que te apuñalen el corazón y el alma.
Es una locura, víctima, que te rebeles.
Es locura la cólera del esclavo cautivo.
Baila la danza del fuerte, del feliz
y sonríe con la felicidad del esclavo a sueldo.
Contén el dolor de la herida: es pecado gemir,
y sonríe complacida al asesino culpable.
Regálale tu corazón humillado
y déjale cortar y apuñalar con placer.
Baila con el corazón apuñalado, canta
y ríe: la herida es danza y sonrisa.
Di a las víctimas degolladas que duerman
y tú baila y canta tranquila.
¡Mamá! Un estertor, lágrimas, negrura.
La sangre fluye, el cuerpo apuñalado tiembla,
el pelo ondulado se ensucia de barro.
¡Mamá! Sólo se oye al verdugo.
Mañana vendrá la aurora,
las rosas se despertarán
a la llamada de los veinte años
y la esperanza fascinada.
Las flores de los prados responden:
se ha marchado... a lavar la deshonra.
El brutal verdugo regresa y dice a la gente:
¿la deshonra? –limpia su puñal-
hemos despedazado la deshonra.
De nuevo somos virtuosos, de buena fama, dignos.
¡Tabernero! ¿Dónde están el vino y los vasos?
Llama a esa indolente belleza de aliento perfumado
por cuyos ojos daría Corán y destino.
Llena tu vaso, carnicero,
la muerte ha lavado la deshonra.
Al alba, las chicas preguntarán por ella:
¿Dónde está? La bestia responderá:
la hemos matado. Llevaba en la frente
el estigma de la deshonra
y lo hemos lavado.
Los vecinos contarán su funesta historia
y hasta las palmeras la difundirán por el barrio,
y las puertas de madera, que no la olvidarán.
Las piedras susurrarán:
“Lavar la deshonra”
“Lavar la deshonra”
Vecinas del barrio, chicas del pueblo,
amasaremos el pan con nuestras lágrimas,
nos cortaremos las trenzas,
nos decoloraremos las manos
para que sus ropas permanezcan blancas y puras.
No sonreiremos ni nos alegraremos ni nos giraremos
porque el puñal, en la mano de nuestro padre
o de nuestro hermano, nos vigila
y mañana, ¿quién sabe en qué desierto
nos enterrará para lavar la deshonra?
La bailarina apuñalada
Baila, con el corazón apuñalado, canta
y ríe porque la herida es danza y sonrisa,
pide a las víctimas inmoladas que duerman
y tú baila y canta tranquila.
Es inútil llorar. Contén las ardientes lágrimas
y del grito de la herida extrae una sonrisa.
Es inútil explotar. La herida duerme tranquila.
Déjala y venera tus humillantes cadenas.
Es inútil rebelarse. Nada de cólera contra el furioso látigo.
¿Qué sentido tienen las convulsiones de las víctimas?
El dolor y la tristeza se olvidan
y también uno o dos muertos, y las heridas.
Convierte el fuego de tu herida en melodía
que resuene en tus labios anhelantes
donde queda un resto de vida
para un canto que no callan la desgracia ni la tristeza.
Es inútil gritar. Repulsa y locura.
Deja al muerto tendido, sin sepultura.
Cualquiera muere... que no haya gritos de tristeza.
¿Qué sentido tienen las revueltas de los presos?
Es inútil rebelarse. En la gente, los restos
de venas no dejan circular la sangre.
Es inútil rebelarse mientras algunos inocentes
esperan ser inmolados.
Tu herida no se diferencia de las demás.
Baila, ebria de tristeza mortal.
Los insomnes y los perplejos están abocados al silencio.
Es inútil protestar. Descansa en paz.
Sonríe al rojo puñal con amor
y cae al suelo sin temblar.
Es un don que te degüellen como una oveja,
es un don que te apuñalen el corazón y el alma.
Es una locura, víctima, que te rebeles.
Es locura la cólera del esclavo cautivo.
Baila la danza del fuerte, del feliz
y sonríe con la felicidad del esclavo a sueldo.
Contén el dolor de la herida: es pecado gemir,
y sonríe complacida al asesino culpable.
Regálale tu corazón humillado
y déjale cortar y apuñalar con placer.
Baila con el corazón apuñalado, canta
y ríe: la herida es danza y sonrisa.
Di a las víctimas degolladas que duerman
y tú baila y canta tranquila.
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on 08 marzo 2012
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