Traducción de Sergio Pitol.
Queridos camaradas, no pueden imaginar el estado de obscurantismo y de superstición medieval que impera en nuestros campos.Incluso yo he sufrido su influjo. Ahora, por ejemplo, tengo necesidad de salir un momento a satisfacer mis más apremiantes necesidades (no tenemos excusado), pero me da miedo hacerlo. Nubes de murciélagos vuelan como enloquecidos, chocan contra los vidrios de las ventanas, y quien sale corre el riesgo de que se le enrede uno para siempre en el cabello. Siento necesidad de salir, repito; pero aquí me quedo, en casa, sin moverme, y les escribo, camaradas.
He aquí como están las cosas. En lo que respecta a la molienda del trigo, el porcentaje ha bajado desde que el diablo hizo una visita al molinero, saludándolo con grandes reverencias. Llevaba un sombrero tricolor, blanco, rojo y azul, con la insignia escrita en francés: Tour de la Paix. Desde ese día, los campesinos se alejaron del molino. El molinero y su mujer, desesperados, se dieron a la bebida, y ya la gente comenzaba a acostumbrarse a esta situación, cuando el molinero roció a su mujer con vodka y le prendió fuego. Después se precipitó a la Universidad Popular, para inscribirse en el curso de marxismo; porque, según su opinión, necesitaba comenzar a luchar seriamente contra los elementos irracionales de la vida.
La molinera, por su parte, sufrió horribles quemaduras, y así tenemos una bruja más en nuestra aldea.
Han de saber, queridos camaradas, que todas las noches se escuchan aquí horribles lamentos, como para hacerlo morir a uno de congoja. Algunos dicen que es el alma del campesino Triglia que expresa su auténtico odio contra los grandes propietarios, y otros que es el feudal Pierna Chueca, que se lamenta por el triunfo de las masas. ¡La lucha de clases, camaradas, siempre la lucha de clases!
Pero mi cabaña está aislada en los linderos del bosque y la noche es negra, el bosque es negro, y mis pensamientos, obscurísimos, en consecuencia. Un día mi compañero se sentó sobre el tronco de un árbol para leer el último número de Horizontes de la Ciencia, cuando sintió de improviso pasos a su espalda, y fue tal el susto, que anduvo con la razón extraviada durante tres días.
Camaradas, aconséjennos. Nosotros nos hallamos aquí en medio de la llanura, rodeados de horizontes hasta donde alcanza la vista, y de tumbas.
Me ha dicho un guardabosque que durante la Luna llena, cabezas desprendidas de sus cuerpos ruedan y se persiguen por los senderos y por los claros del bosque, se dan de topetazos con las frentes heladas y vuelan sólo Dios sabe adonde. Al alba desaparecen, y se escucha sólo el rumor de los pinos, blando y moderado, como si hasta los mismos árboles se estremecieran de pavor. ¡Jesús mío! ¡No saldría de casa aunque se me reventaran los intestinos!
Todo termina aquí del mismo modo. Y ustedes aseguran que estamos en Europa. Sin embargo, cada vez que preparamos la crema para los dulces, llegan los gnomos y se orinan en ella.
Una vez, una vieja de la aldea despertó sobresaltada, bañada en sudor. Miró a su derredor, ¿y qué vio? Sobre una manta, bella y verde, estaba sentado aquel crédito establecido antes de las elecciones para construir el puente, crédito extinto inmediatamente después en condiciones misteriosas. El crédito observó a la vieja, le hizo muecas, rió y tosió. La vieja empezó a gritar, pero nadie acudió en su ayuda. Cuando alguien grita, nunca se sabe. ¡Vaya uno a saber por qué grita! ¡Vaya uno a saber qué ideología tiene!
En el sitio donde aquel puente debía construirse, se ahogó después un artista. Tenía dos años, pero ya era un genio, y si hubiera vivido habría comprendido y descripto todo lo que existe. Ahora, en cambio, su alma vuela por estos contornos para amedrentar al prójimo.
Así las cosas, no es de maravillarse que hasta nuestra siquis haya mudado. La gente cree en aparecidos y se vuelve supersticiosa. Apenas ayer, detrás del establo del camarada Andrzej fue encontrado un cuerpo. El párroco dice que se trata de un cuerpo electoral. Todos aquí creen hoy día en las apariciones de los ahogados, en los espectros y en las brujas. Y en realidad existe una mujer que hace salir sola la leche de las vacas y hace aparecer a los fantasmas. Queremos presentarla como candidata a la célula del Partido, para substraer un argumento propagandístico a los enemigos del progreso.
¡Cómo vuelan, como baten las alas, Dios mío! ¡Cómo silban: “pi-pi”, luego de nuevo: “pi-pi”! ¡Basta! ¡Vivan los grandes edificios! Allí al menos todo ocurre en el interior y no hay necesidad de correr hasta el bosque cuando se siente uno oprimido por las necesidades fisiológicas...
Pero esto no es aún lo más grave. El caso es que mientras les escribo, camaradas, la puerta se abre, aparece el hocico de un cerdo que me mira extrañamente, me mira... me mira...
Ya les he dicho que aquí vivimos en condiciones del todo peculiares.
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on 08 enero 2011
at 21:51
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