Friedrich Hölderlin

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Poeta , novelista, dramaturgo y traductor alemán. Mientras algunos sitúan su obra como un puente entre el clasicismo y el romanticismo, otros lo consideran directamente como el más grande poeta romántico alemán.
Aunque la novela "Hiperión" está considerada como su obra maestra, Hölderlin es conocido sobe todo por su poesía lírica. No usaba rima sino que escribía con una forma poética flexible conocida más tarde como verso libre.
Estos poemas pertencen a "Los himnos de Tubinga", escrita entre 1790 y 1794.
La versión es la de Carlos Durán y Daniel Innerarity.

Al silencio
Allí, en el valle de las sombras, coronado por el bosque,
dormiría plácidamente bajo un arbusto de rosas
saboreando la embriaguez de tus sonidos divinos
surcados por el hálito de tu amor.
Mira cómo arde la mejilla de tu joven,
cálido y ardiente de entusiasmo,
henchido está mi corazón de himnos de alabanza
que exigen el ímpetu del águila.

Si con ánimo audaz descendiera al Hades,
donde todavía ningún mortal supo de ti,
y si las valientes alas se agitaran levantando el vuelo hacia Orión,
entonces allí estarías tú.
Como las corrientes caen en el ancho mar,
todos los tiempos se precipitan hacia ti;
en el seno de las viejas eternidades,
en las profundidades del caos, tú vivías.

En el desierto de horribles tierras agostadas,
donde al caminante le aguarda la muerte por hambre;
en la tierra de las tempestades, donde negra y salvaje
la montaña se hiela formando una fría coraza;
en la noche de verano, en los aires de la mañana,
en la arboleda, sopla tu saludo fraterno;
sobre el grandioso panteón de los sueños
tu beso divino fortalece a los amantes.

Sosiego viertes sobre el alma de los héroes
en el recinto sagrado, cuando comienza la batalla,
por las oquedades de las rocas exhalas entusiasmo;
cuando en torno a la media noche reflexiona el pensador,
viertes un plácido sueño sobre su austera celda;
olvídese de su aflicción el que sufre,
tú sonríes nupcialmente desde la fuente de las sombras,
donde la joven besa el primer beso.

Se te escapa una lágrima de embriagado gozo
y la emoción discurre por mis huesos,
millones te construyen altares.
¡No te enojes! ¡También este corazón es tuyo!
Allí en el valle quiero enloquecer de alegría,
regresar de nuevo al abismo de las sombras,
hasta que los brazos de las diosas hagan señas cordiales,
hasta que la amada llame a la alianza silenciosa.

Que ningún espía se acerque a la morada de mi reposo:
envuelto en la sábana mortuoria, frescor y sombras,
la cadena de la esclavitud ha sido arrojada,
la amenaza de tormentas se convierte en murmullo de primavera;
crujen los inertes torrentes del tiempo,
rodeados por las sombras de un cúmulo de preocupaciones,
las eternidades se desvanecen como un sueño,
duerme el joven en los brazos de su amada.


Himno a la amistad
Con fraterno silencio susurra
en torno la floreciente naturaleza;
de la plenitud del corazón atrevido
resuena sólo la voz de la alianza;
en silencio lo murmura el robledal,
soplan vientos nunca sentidos,
donde bajo la venerable luz de las estrellas
celebramos una fiesta solemne.

Con dulce complacencia,
descansa aquí la estirpe de nuestros padres;
separados amigos se pasean
sonriendo en torno al altar del musgo,
y sonríe la mirada fraternal
de las brillantes Tindáridas,
alegres como nosotros, en tu paz,
hermosa noche festiva.

Más santo y con mayor pureza, nunca
resonó el júbilo de estos corazones;
bajo el juramento y el beso los embellece
tu dulzura, amistad.
No te enfade el llanto de gozo.
Celebremos, celebremos,
los más bellos ejércitos del Olimpo,
¡corona de la inmortalidad!

Cuando el deseo del espíritu fue cumplido
y había llegado la hora,
abrazado entonces por Ares
naciste de Citerea;
cuando la heroína sin tacha,
tan cerca del hijo de la tierra,
admirando la nobleza del padre,
te vio en el regazo materno.

Entonces comenzó, cuando el sol estaba en su cénit,
un vuelo de águila nunca antes intentado;
lo que fue escogido por los dioses
llevaba fuerza y amor en el pecho.
Más orgullosas se elevaron las alas de la victoria,
más púrpura la paz.
Celebrando en torno a colinas de flores
te rindieron honor la tristeza y la preocupación.

Sangrando llevó la bandera de la victoria
quien de tus entrañas procede,
nadando en los truenos de la tormenta
a través del salvaje océano.
Las armas de tus colosos resonaron
hasta bien entrada la noche.
Las puertas del Orco saltaron por los aires
temblando ante tu milagroso poder.

Embriagados por la copa de Hebe
saborearon en un dulce descanso
la ansiada libación
tras el sofocante peso del día.
El vengador del amigo se asemeja a los dioses,
cuando calma el orgulloso llanto
en la llena y refrescante copa
donde bebe su victoria.

Amorosamente descendió la musa
cuando te vio en Arcadia
revoloteando con alas divinas
en torno a los pastores;
¡Madre! El corazón y los labios ardían,
con canciones te festejaban,
y con los dulces acordes se reconocieron
jubilosos tus hijos.

En tu regazo desaparece
toda preocupación y placer extraño.
Sólo en tu cielo se sacia
el pecho salvaje.
Los piadosos de sentido infantil se acurrucan
en el regazo de la naturaleza:
sólo tus elegidos
triunfan en la gloria y en el amor.

Gracias, derechos de la bendición,
por el gozo y la santidad,
por las noches de la sublime alianza,
dulce atrevida embriaguez,
por las melodías de consuelo,
por la bebida reconfortante de la esperanza,
por los miles de sacrificios del amor:
gracias con lágrimas encendidas.

Mira cómo caen frutos y ramas,
y la corriente del tiempo derriba rocas;
pronto nos avisará el genio del sosiego
para entrar en el pórtico de Minos;
sin embargo, quiero que viva, lo que aquí abajo
hermoso y divino se marchita,
aquí, ¡oh hermano!, ¡Tindáridas!,
donde la llama pura centellea.

Los espíritus alegres
se abren paso hacia la infinitud,
mar adentro en este océano
llenos de sueño pujamos,
nos elevamos hacia tu gozo
entre tormentas y crepúsculos,
tú, ¡santa meta
de miríadas de vidas! ¡Reconciliación!

Donde el espíritu disfruta
placer de dioses en la fiesta de su victoria,
más dulce, más santa y libre
se vierte el alma sobre el alma,
donde las corrientes se derraman en el mar,
cantaremos, junto al tañido de los Polos,
el más bello cántico de triunfo
de las reinas del espíritu.

This entry was posted on 01 enero 2013 at 14:28 and is filed under , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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