Soy nadie. ¿Tú quién eres?
Soy nadie. ¿Tú quién eres?
¿Eres tú también nadie?
Ya somos dos entonces. No lo digas:
lo contarían, sabes.
Qué tristeza ser alguien,
qué público: como una rana
decir el propio nombre junio entero
para una charca admiradora.
Podría estar más sola
Podría estar más sola sin mi soledad,
tan habituada estoy a mi destino,
tal vez la otra paz,
podría interrumpir la oscuridad
y llenar el pequeño cuarto,
demasiado exiguo en su medida
para contener el sacramento de él,
no estoy habituada a la esperanza,
podría entrometerse en su dulce ostentación,
violar el lugar ordenado para el sufrimiento,
sería más fácil fallecer con la tierra a la vista,
que conquistar mi azul península,
perecer de deleite.
Tan lejos de la piedad como la queja
Tan lejos de la piedad, como la queja-
tan frío a la palabra -como la piedra-
inconmovible a la revelación
como si mi oficio fuera de hueso-
tan lejos del tiempo -como la historia-
tan cerca de uno mismo -hoy-
como niños, a las bufandas del arco iris-
a la puesta de sol a su juego amarillo
a los párpados en el sepulcro-
¡cuán mudo yace el danzarín-
cuando las revelaciones del color se rompen-
y resplandecen -las mariposas!
Soy nadie. ¿Tú quién eres?
¿Eres tú también nadie?
Ya somos dos entonces. No lo digas:
lo contarían, sabes.
Qué tristeza ser alguien,
qué público: como una rana
decir el propio nombre junio entero
para una charca admiradora.
Podría estar más sola
Podría estar más sola sin mi soledad,
tan habituada estoy a mi destino,
tal vez la otra paz,
podría interrumpir la oscuridad
y llenar el pequeño cuarto,
demasiado exiguo en su medida
para contener el sacramento de él,
no estoy habituada a la esperanza,
podría entrometerse en su dulce ostentación,
violar el lugar ordenado para el sufrimiento,
sería más fácil fallecer con la tierra a la vista,
que conquistar mi azul península,
perecer de deleite.
Tan lejos de la piedad como la queja
Tan lejos de la piedad, como la queja-
tan frío a la palabra -como la piedra-
inconmovible a la revelación
como si mi oficio fuera de hueso-
tan lejos del tiempo -como la historia-
tan cerca de uno mismo -hoy-
como niños, a las bufandas del arco iris-
a la puesta de sol a su juego amarillo
a los párpados en el sepulcro-
¡cuán mudo yace el danzarín-
cuando las revelaciones del color se rompen-
y resplandecen -las mariposas!
This entry was posted
on 06 enero 2010
at 22:41
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dickinson,
poesía
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