Hay autores de los que me gustaría poner algo en el blog y me resulta casi imposible encontrar algo en la red. Me pasó con Jamaica Kinkaid y me ha pasado con Caldwell.
Erskine ha sido uno de los novelistas y cuentistas que mejor retrataron el sur durante la gran depresión. Sin embargo, es bastante diferente de O'Connor, Faulkner o McCullers, es más irreverente, usa más el erotismo, puede que la miseria moral de sus personajes esté un paso más allá que en los otros autores.
En castellano hay muy poco publicado y todo muy reciente (hasta donde yo sé, claro).
Trabajé durante toda la semana en la construcción de una presa en el río y la noche del sábado fui a la ciudad con uno de los obreros. Con el dinero que había ganado durante la semana, jugamos a los dados en un garito y bebimos whiskey.
El domingo por la noche compramos varias botellas de whiskey y contratamos a dos mujeres para que pasaran la noche con nosotros. Cuando me levanté a las cinco de la mañana del día siguiente para ir a trabajar, desperté a mi compañero y le dije que se vistiera. Se levantó, se miró durante un rato en el espejo y se bebió otro trago de la botella. Le dije que se diera prisa. Y me contestó que Dios le había estado pellizcando en los talones desde que tenía diez años, y luego cogió su pistola y gritó:
-¡Mira hacia otra parte! ¡Voy a matar a un hijo de perra!
La bala le penetró en su cabeza, en pocos segundos rodó por la cama y cayó al suelo, donde, en medio de un gran charco de sangre, quedó como un guiñapo. La mujer que había dormido en, su cama, se incorporó y dijo.
-Otro pobre loco víctima de la melancolía de las mañanas del lunes.
This entry was posted
on 20 octubre 2009
at 22:18
and is filed under
caldwell,
cuento
. You can follow any responses to this entry through the
comments feed
.