Hoy, google se está encargando de recordarnos que es el 121 aniversario del nacimiento de Ramón Gómez de la Serna (Ramón como a él le gustaba que lo llamasen). La verdad es que con lo aficionado que es el ser humano a buscar números redondos para celebrar cualquier cosa, esto de conmemorar un 121 aniversario suena raro (parece lo del “no cumpleaños” de Carrol). De todas formas, como admiro a Ramón, la disculpa de la entrada, aunque peregrina, es suficiente.
Ramón publicó muchos libros de todos los géneros, desde la novela, el ensayo, el cuento, el teatro o el artículo periodístico, hasta la greguería (género de aforismos que él inventó y que definió como "metáfora más humor")
El escritor y periodista madrileño ha sido adscrito a la Generación del 14 (Novecentismo o Vanguardias) aunque fue un vanguardista dentro de las Vanguardias. Su estilo fue tan personal que muchos lo encuadran en otra corriente literaria, el “Ramonismo”, del que él fue creador y único autor. Absolutamente independiente, centra gran parte de su interés en el esteticismo y la provocación. Coincide también con el novecentismo en la ruptura con el pasado, la huída del sentimentalismo, la renovación del lenguaje, la búsqueda del arte por el arte. Cosmopolita, practicó el madrileñismo ("Madrid es no tener nada y tenerlo todo”). Utilizó el absurdo como herramienta y fue un precursor del surrealismo. En sus novelas y cuentos disecciona todo lo habido y por haber, aborda el crimen, la crítica grotesca del mundo taurino, la sátira del mundo frívolo, la novela erótica (incluída la homosexualidad). Fue un nihilista que utilizó la extravagancia y el esperpento.
Creo que es un autor que merece mucho más reconocimiento del que se le ha dado hasta ahora.
En este blog ya se han puesto algunas entradas sobre él (aquí cuentos y aquí un vídeo). Hoy le toca el turno a algunas de sus greguerías.
Ramón publicó muchos libros de todos los géneros, desde la novela, el ensayo, el cuento, el teatro o el artículo periodístico, hasta la greguería (género de aforismos que él inventó y que definió como "metáfora más humor")
El escritor y periodista madrileño ha sido adscrito a la Generación del 14 (Novecentismo o Vanguardias) aunque fue un vanguardista dentro de las Vanguardias. Su estilo fue tan personal que muchos lo encuadran en otra corriente literaria, el “Ramonismo”, del que él fue creador y único autor. Absolutamente independiente, centra gran parte de su interés en el esteticismo y la provocación. Coincide también con el novecentismo en la ruptura con el pasado, la huída del sentimentalismo, la renovación del lenguaje, la búsqueda del arte por el arte. Cosmopolita, practicó el madrileñismo ("Madrid es no tener nada y tenerlo todo”). Utilizó el absurdo como herramienta y fue un precursor del surrealismo. En sus novelas y cuentos disecciona todo lo habido y por haber, aborda el crimen, la crítica grotesca del mundo taurino, la sátira del mundo frívolo, la novela erótica (incluída la homosexualidad). Fue un nihilista que utilizó la extravagancia y el esperpento.
Creo que es un autor que merece mucho más reconocimiento del que se le ha dado hasta ahora.
En este blog ya se han puesto algunas entradas sobre él (aquí cuentos y aquí un vídeo). Hoy le toca el turno a algunas de sus greguerías.
Greguerías
Donde el tiempo está más unido al polvo es en las bibliotecas.
Si vais a la felicidad, llevad sombrilla.
Amor es despertar a una mujer y que no se indigne.
Escribir es que le dejen a uno llorar y reír a solas.
Los haiku son telegramas poéticos.
Cuando una mujer que plancha la solapa con la mano ya estás perdido.
El capitalista es un señor que al hablar con vosotros se queda con vuestras cerillas.
La felicidad consiste en ser un desgraciado que se siente feliz.
Cuando el escritor llega a la vejez es cuando sospecha que al artículo que está escribiendo lo escribió ya otra vez.
Un centenario consiste en limpiar con un plumero el busto del centenariado.
Lo más terrible de nuestro libro de direcciones es que sacarán de él las señas de nuestros amigos para enviarles nuestra propia esquela de defunción.
Son molestas las medicinas en cuyos prospectos nos llaman “adultos”.
El mejor destino que hay es el de “supervisor de nubes”, acostado en una hamaca mirando el cielo.
El niño grita: “no vale, … dos contra uno”, y no sabe que toda la vida es eso, dos contra uno.
Lo peor de la ambición es que no sabe lo que quiere.
Cuando anuncian por un altavoz que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo.
La muerte es hereditaria.
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on 03 julio 2009
at 19:45
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de la serna
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