Tras la mala leche generada por la entrada anterior, un poco de humor. SunsetBoulevard me mandó un mensaje en el que me hablaba de "El garrofer", un periódico humorístico.Se pasa doce años escribiendo una novela de 900 páginas para luego borrarla
En él se publica un interesantísimo artículo en el que se cuenta la aventura de un escritor que pretendía ser autor maldito. A continuación reproduzco el articulo y os aconsejo que visitéis la web del periodico, os reiréis.
Paulino Singleton – Estocolmo
EMPEZÓ A ESCRIBIR SU NOVELA en 1997 y desde el principio tenía pensado borrarla del ordenador nada más acabar. Tal era el plan ahora llevado a cabo por Stephan Okjsgord, un vecino de Estocolmo que tenía previsto entrar de esta manera por la puerta grande de la literatura maldita.
Sin embargo su gesto no ha tenido la repercusión que esperaba y a día de hoy está buscando trabajo en un bar.
“No me han llamado del New Yorker ni del Babelia”, se lamentó Okjsgord. En realidad, no le han llamado de ningún sitio porque tan solo un puñado de amigos suyos, a quienes no les interesa la literatura, sabían de su proyecto.
La novela de Stephan Okjsgord tenía 900 páginas y se titulaba “El babuino”. Al parecer trataba sobre un primate de esa especie. Pero nunca nadie sabrá el argumento ni los detalles porque su autor ha borrado el archivo donde escribía el texto y luego ha roto su ordenador con una maza.
“Mi idea era generar algo llamativo en relación con mi libro, crear una gran expectativa y luego que sucediera algo trágico”, confesó a El Garrofer. Lo que no había calculado es que para ello, lo mínimo es poder leer algo del autor en cuestión.
Al parecer Okjsgord era admirador de escritores raros como J.D. Salinger o Thomas Pynchon y él también quería hacer algo insólito que le convirtiera en “maldito” de la noche a la mañana.
Okjsgord también explicó que hace unos años, cuando vió el fenómeno en que se convertía la trilogía Millenium tras la muerte de Stieg Larsson, vio reforzada su ilusión. Entonces llevaba 700 páginas de “El Babuino” y “se puso las pilas” para rematarla con 200 más.
“Nos dijo que iba a ser como ese escritor”, explicó un amigo suyo. “Pero no se daba cuenta que en ese caso el escritor se había muerto dejando atrás tres libros superventas. Stephan quería lo contrario: hacerse maldito sin morirse y sin enseñar nada de lo que había escrito”.
Qué pena que muchos autores reales, todos esos juntaletras sin tanlento pero con potente departamento comercial detrás, no emulen a Okjsgord y destruyan sus obras antes de publicarlas.
Gracias SunsetBoulevard.
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on 07 julio 2009
at 19:13
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