Desde hace tiempo tenía una entrada preparada para cada una de las protagonistas, pero al decidir incluirlas en la serie "Pioneras" he rehecho la entrada ya que las dos tienen algo en común, una fracasó y la otra lo consiguió.
Gertrudis Gómez de Avellaneda
Nació en la antigua Santa María de Puerto Príncipe, hoy Camagüey, Cuba, el 23 de marzo de 1814 y falleció en Madrid el 1 de febrero de 1873. Fue una de las más importantes poetas y novelistas del romanticismo español (también escribió teatro).
Avellaneda llega a España con poco más de veinte años en un momento en el que las niñas, las jóvenes, eran educadas en sus casas o en conventos. No sería hasta 1857 con la Ley de Moyano cuando se impuso la creación de escuelas mixtas, pero para entonces Gertrudis ya era una mujer de cuarenta y tres años.
Creció mimada por todos y leyendo en "el cuarto de los libros", pero también pensando en el teatro, interpretando y escribiendo teatro:
"Mi gran placer y única afición por aquella época era representar tragedias con otras muchachas de mi edad... Mi familia llegó a concebir temores, y mi madre me prohibió terminantemente volver a tomar en mis manos ninguna obra dramática. Pero ¿de qué serviría aquella privación? No habiendo tragedias que leer, yo comencé a crearlas"Durante toda su vida cultivó todos los géneros, escribió un total de diecinueve obras de teatro que se estrenaron la mayoría en Madrid y tuvieron bastante éxito; nueve novelas y reedita dos veces sus poesías para sus "Obras completas". Publica poemas sueltos y numerosos artículos en la prensa.
Sus personales circunstancias biográficas, su apasionado carácter, su generosidad y su marcada rebeldía frente a los convencionalismos sociales, que la llevó a vivir de acuerdo con sus propias convicciones, la apartan de la mayoría de las escritoras de su época, convirtiéndola en precursora del movimiento feminista en España.
El motivo por el que figura como pionera es que fue la primera mujer que aspiró a ingresar en la "Real Academia Española" allá por 1854. Fracasó en el intento, la Academia era cosa sólo para hombres.
En vano ansiosa tu amistad procura
adivinar el mal que me atormenta;
en vano, amigo, conmovida intenta
revelarlo mi voz a tu ternura.
Puede explicarse el ansia, la locura
con que el amor sus fuegos alimenta...
Puede el dolor, la saña más violenta,
exhalar por el labio su amargura..
Mas de decir mi malestar profundo,
no halla mi voz, mi pensamiento, medio,
y al indagar su origen me confundo:
pero es un mal terrible, sin remedio,
que hace odiosa la vida, odioso el mundo,
que seca el corazón...¡En fin, es tedio!
Significado de la palabra YO AMÉ
Con yo amé dice cualquiera
Esta verdad desolante:
-Todo en el mundo es quimera,
No hay ventura verdadera
Ni sentimiento constante.
Yo amé significa: -Nada
le basta al hombre jamás:
La pasión más delicada,
La promesa más sagrada,
Son humo y viento... ¡y no más!
Carmen Conde
Carmen Conde Abellán (Cartagena, 15 de agosto de 1907 - Madrid, 8 de enero de 1996) fue maestra, poeta y narradora.
A los 15 años comenzó a publicar artículos en la prensa. En 1929 publicó su primer libro de poemas "Brocal", al que siguieron "Júbilos" y "Empezando la vida". La Guerra Civil le inspiró obras de angustia y dolor, como "Mientras los hombres mueren" y "El Arcángel" (1939). Ganó el premio Elisenda de Moncada con "Las oscuras raíces", el premio Simón Bolívar con "Vivientes de los siglos", y el premio Doncel de teatro con "A la estrella por la cometa". En 1967 obtiene el premio Nacional de Literatura por su libro "Obra Poética", que recoge una gran parte de su producción. Es también, junto con Antonio Oliver Belmás, la fundadora de la primera Universidad Popular de Cartagena en 1931.
La trayectoria lírica de Carmen Conde es toda una lección de humanidad. Inseparable de su trayectoria vital, tiene como centros de interés el amor, la muerte, la guerra, su rebeldía ante la fragilidad que supone el mundo moderno para la persona. Fue una mujer que luchó por demostrar sus capacidades intelectuales, a pesar de la incomprensión de la época y la persecución política, hasta lograr situarse en el primer plano de la actividad académica nacional.
Fue la primera académica de número de la Real Academia Española; pronunció su discurso (Poesía ante el tiempo y la inmortalidad) de ingreso el 28 de enro de 1979.
Tras el primer intenteto de la Avellaneda, tuvieron que transcurrir 125 años para que una mujer lograra el ingeso como miembro de la Academia.
Esperar es peor que nacer,
porque solamente espera el que se muere
de esperar sin hacerse con la vida
otra cosa que esperar. El esperarte.
Y atada a esa tu espera que me gasta
y que gasta tu vida sin traerte,
aquí me estoy muriendo de ansiedades
porque cabe, tremenda, esta esperanza.
Cada día, ¡oh tú que te retrasas!
sin saber que nos vamos alejando,
es menor la distancia irreparable
de pensar, de esperar, que nos aleje.
Y aquí sigo esperando, nada intento
por huir al tormento de tu espera.
Ya no sé si allá fuera de mi vida
quedan otros o no, queda quien ande!
solamente por ti, por cuando llegues,
a solas esperándote te espero.
AUNQUE TE DIGA NO, EMPÉÑATE EN SÍ...
Aunque te diga No, empéñate en Sí,
y si te empujo, procura tú vencerme.
Así que te rechace de mi vida
azotará mi espíritu el perderte.
¡Intuyo que una hoguera tan perfecta
nunca nadie podría ya encenderme...!
Y es duro y es cruel que yo batalle
quitándote de mí. Resueltamente
cortándome de ti, para librarme
de este sordo luchar en que me vences.
Sólo pienso en ti. Repito tu presencia
en un continuado nacer de tus palabras.
Imágenes que son imágenes ya fijas
de tanto recordarlas me turban y enloquecen.
Te veo como un día que fuiste una brevísima
criatura sorprendida por labios repentinos.
Te veo en alta noche, temiendo que tus ojos
mintieran por amor que era yo la que buscabas.
Oh, cómo te contemplo, oh, cómo te persigo;
das vueltas en el aire en rueda que no para!
Yo sólo pienso en ti. Te odio. Te deseo.
Libértame de verte en todo lo que miro;
auséntame de ti, martirizante imagen,
¡que te ven en mis ojos anhelantes, los ciegos!
Tus ojos son las fuentes donde beben los tigres,
que cuando tienen sed no respetan las selvas;
y arrancan, mientras rugen, esas flores sencillas
que entre el romero mueven su poderoso olor.
A tus ojos se vuelcan las entrañas del monte,
y por nacer en ellas, oh, líquido delgado,
consienten que las lenguas vellosas de las fieras,
lamiéndolos con furia, sequen ríos de ojos.
Tanto como el romero florido, cuyo aceite
persistirá en la piel de los fieros sedientos,
huelen cortas raíces y esbeltos anticipos
de las flores oscuras del secreto deseo...
La luna se deshoja como un ave en tu agua.
A los tigres con celo esa luz los persigue
como loco fantasma de una caza suprema
que en el río, tus ojos, es posible alcanzar.
Tengo frío ante ti. Porque fuentes tan frías
no se encienden sin ángel que su calor otorgue.
Y ese ángel que a ti, a tus charcas bajara,
no lo oigo cantar ni lo siento fluir.
¡Ah, tus tigres con sed! Déjalos que nos beban,
y cuando ya mi boca reseca se deshaga,
suéltalos sobre mí, no detengas su ataque:
¡para tus fieras tengo una cierva en mi cuerpo!
Dejarte perder me duele, porque duele en la tierra
que una raíz se seque sin romperse en el tallo
y alumbrar en la flor, para que el aire sepa
lo que la tierra sabe, porque tuvo raíces.
Resignarme a que fluyas por otros cauces, me duele;
porque yo soy un cauce del grueso de tu fuente.
Y para correr en otros tendrás que derramarlos
o que volcarte hondo, rompiéndolos por dentro.
Es que soy tu medida, es que ninguna tierra
será capaz de darte lo que yo te daría,
si en lugar de negarme a que germines, corras,
yo te hiciera mi agua, calentara tu grano.
¡Qué delirio de fuerza que se opone a tu empuje;
qué frenética para que no quiere cedérsete!
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on 11 marzo 2009
at 20:33
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