En 1990, en el número de diciembre de "Skeptical Inquirer magazine", James Lett publicó su "Guía de campo para el pensamiento crítico", un artículo que 19 años después sigue teniendo plena vigencia.
Por suerte para mi y todos aquelllos a los que nos cuesta leer en inglés, o que simplemente no sabemos nada de inglés, Kanijo, en su excelente blog "Ciencia Kanija", ha traducido el artículo.
Existen muchas razones para la popularidad actual de las creencias paranormales en los Estados Unidos, incluyendo:
* La irresponsabilidad de los medios de comunicación, que explotan el gusto del público por las insensateces
* La irracional visión estadounidense del mundo, la cual apoya afirmaciones tales como la vida después de la muerte y la eficacia del polígrafo
* La falta de efectividad de la educación pública, que normalmente falla al enseñar a los estudiantes las habilidades básicas del pensamiento crítico.
Como profesor universitario, estoy especialmente preocupado por este tercer problema. La mayor parte de los estudiantes de primer y segundo año de mis clases simplemente no saben cómo llegar a una conclusión razonable a partir de las pruebas. En su mayoría, se les ha enseñado en el instituto qué pensar; pocos de ellos saben cómo pensar.
En un intento por remediar este problema en mi facultad, desarrollé un curso optativo llamado “La antropología y lo paranormal”. El curso examina un rango completo de las creencias paranormales contemporáneas de la cultura estadounidense, desde la precognición y la psicokinesis a la canalización y la criptozoología pasando por todo lo que hay en medio y más allá, como la astrología, OVNIs y creacionismo. Enseño a los estudiantes muy poco sobre teorías antropológicas y menos aún de terminología antropológica. En lugar de esto, intento comunicar la esencia de la perspectiva antropológica, enseñándoles, indirectamente, de qué trata el método científico. He hecho esto enseñándoles cómo evaluar las evidencias. Les he dado seis simples reglas a seguir cuando consideren cualquiera afirmación, y entonces les he mostrado cómo aplicar esas seis reglas al examen de cualquier afirmación paranormal.
Las seis reglas del razonamiento evidencial son mi propia destilación y simplificación del método científico. Para facilitar a los estudiantes el recuerdo de esta media docena de guías, he acuñado un acrónimo para ellas: Ignorando las vocales, las letras de la palabra “FiLCHeRS” (mangantes) son las reglas de Falsabilidad, Lógica, Completitud, Honestidad, Replicabilidad, y Suficiencia. Aplica estas seis reglas a las evidencias ofrecidas para cualquier afirmación, digo a mis estudiantes, y nadie será capaz de acercarse sigilosamente y robarte tu opinión. Estarás a prueba de mangantes.
Puede sonar paradójico, pero para que una afirmación sea cierta, debe ser falsable. La regla de la falsabilidad es una garantía de que si la afirmación es falsa, la evidencia la demostrará como falsa; y si la afirmación es verdadera, la evidencia no la descartará (en cuyo caso puede aceptarse provisionalmente como cierta hasta que, con el tiempo, se lleve a cabo una que la descarte). La regla de la falsabilidad, para abreviar, dice que la evidencia debe contar, y ésta es la primera y más importante regla del razonamiento evidencial.
La regla de la falsabilidad es esencial por esta razón: Si no se puede idear algo que descarte la afirmación, entonces la prueba de que existe no importa, sería imposible de señalar incluso analizando las pruebas, debido a que la conclusión ya se conoce – la afirmación es invulnerable a cualquier prueba posible. Esto no significa, sin embargo, que la afirmación sea cierta; sino que significaría que la afirmación no tiene sentido. Esto es así debido a que es imposible – lógicamente imposible – para cualquier afirmación ser cierta, no importa lo que sea. Para cada afirmación verdadera, siempre debes poder pensar una prueba que haría que la afirmación fuese falsa — en otras palabras, de nuevo, cada afirmación cierta es falsable.
Por ejemplo, la afirmación cierta de que el tiempo de vida de los seres humanos es menor de 200 años es falsable; sería falsa si un humano viviese más de 200 años. De forma similar, la afirmación de que el agua se congela a 0º C es falsable; sería falsa si el agua se congelase a, digamos, 1 grado. Cada una de estas afirmaciones está establecida como un “hecho” científico, y no esperamos que alguna de estas afirmaciones sea falsada; no obstante, el punto está en que podrían serlo. Cualquier afirmación que no pueda falsarse estaría carente de cualquier contenido proposicional; es decir, no haría ninguna afirmación factual – en lugar de eso sería como hacer una declaración de emociones, una declaración de la forma en la que el afirmante siente el mundo. Las afirmaciones no falsables comunican información, pero lo que describen es la orientación de los valores del afirmante. No comunican otra cosa que una naturaleza factual, y por tanto, no son ni verdaderas ni falsas. Las afirmaciones no falsables son proposicionalmente vacías.
Existen dos forman principales en las que se puede violar la regla de la falsabilidad – dos formas, en otras palabras, de hacer afirmaciones no falsables. La primera variedad de afirmaciones no falsables es la afirmación no declarada: una afirmación que es tan amplia o vaga que carece de contenido proposicional. La afirmación no declarada es, básicamente, ininteligible y por consiguiente, sin sentido. Considera, por ejemplo, la afirmación de que los cristaloterapeutas pueden usar trozos de cuarzo para restaurar el equilibrio y la armonía de la energía espiritual de una persona. ¿Qué significa tener una energía espiritual desequilibrada? ¿Por qué condición se reconoce y diagnostica? ¿Qué evidencias demostrarían que la energía espiritual desequilibrada de alguien ha sido – o no – equilibrada por la aplicación de cristaloterapia? La mayoría de las maravillas New Age, de hecho, consisten en afirmaciones no declaradas que se disuelven por completo cuando se exponen al disolvente de la racionalidad.
La afirmación no declarada tiene la ventaja de que virtualmente cualquier prueba aducida podría ser interpretada como congruente con la afirmación, y por esta razón es especialmente popular entre los seguidores de lo paranormal que afirman tener poderes de precognición. Jeane Dixon, por ejemplo, predijo que 1987 sería un año “lleno de cambios” para Caroline Kennedy. Dixon también predijo que Jack Kemp “se enfrentaría a grandes desacuerdos con el resto de su grupo” en 1987 y que el terror mundial a las drogas “sería desatado por los zares de los narcóticos” en el mismo año. Posteriormente reveló a Dan Rather que “podría [o no] ser hospitalizado” en 1988, y que el “mayor problema” de Whitney Houston en 1986 sería “equilibrar su vida personal y su carrera”. Las afirmaciones no declaradas se reducen a una afirmación que puede traducirse como “Qué será, será”.
La segunda variedad de afirmaciones no falsables, que es incluso más popular entre los seguidores de lo paranormal, implica el uso de múltiples salidas, que es, una interminable lista de excusas que intenta explicar la evidencia que se vería falsada por la afirmación. Los creacionistas, por ejemplo, afirman que el universo no tiene más de 10 000 años de antigüedad. Lo hacen a pesar del hecho de que podemos observar la luz de estrellas que están a miles de millones de años luz de la Tierra, lo que significa que la luz debe haber abandonado esas estrellas hace miles de millones de años, y lo cual demuestra que el universo debe tener miles de millones de años de antigüedad. ¿Cómo contestan entonces los creacionistas a esta falsación de su afirmación? Sugiriendo que Dios debe haber creado la luz ya en camino desde esas estrellas lejanas en el momento de la creación hace 10 000 años. Ninguna prueba concebible podría descartar esa afirmación.
Ejemplos adicionales de múltiples salidas abundan en el dominio de lo paranormal. Los seguidores de los OVNI, cuando se enfrentan a la carencia de pruebas físicas o fotográficas fiables donde descansar sus afirmaciones, apuntan a una “conspiración gubernamental” secreta que se supone que evita la publicación de las pruebas que podrían apoyar sus casos. Los curanderos psíquicos dicen que pueden curar si tienes suficiente fe en sus poderes psíquicos. Los psicokinéticos dicen que pueden doblar cucharas con la mente si no están expuestos a vibraciones negativas de un observador escéptico. Los lectores de tarot pueden predecir tu destino si tú eres sincero en el deseo de conocimiento. Las múltiples salidas significan, en efecto, “Cara, yo gano, cruz, tú pierdes”.
Un argumento se dice que es “válido” si su conclusión se desprende de forma inevitable de sus premisas; si “tiene sentido”, si es válido y si todas las premisas son ciertas. Las reglas de la lógica, por tanto, gobiernan la validez de la inferencia. Aunque los filósofos han codificado y nombrado distintas formas de argumentos válidos, no es necesario asistir a un curso de lógica formal para aplicar las reglas de la inferencia de forma consistente y correcta. Un argumento inválido puede reconocerse por el simple método del contraejemplo: Si puedes imaginar un único ejemplo en el que la conclusión no se siga necesariamente de las premisas, incluso cuando las respuestas son ciertas, entonces el argumento no es válido. Considera el siguiente silogismo, por ejemplo: Todos los perros tienen pulgas; Xavier tiene pulgas; por tanto Xavier es un perro. Este argumento es inválido debido a que un único gato con pulgas llamado Xavier proporcionaría un contraejemplo efectivo. Si un argumento es inválido, entonces, por definición, es poco sólido. No todos los argumentos válidos son sólidos, no obstante. Veamos este ejemplo: Todos los perros tienen pulgas; Xavier es un perro; por tanto Xavier tiene pulgas. Tal argumento no se sostiene, incluso aunque es válido, debido a que la primera premisa es falsa: No todos los perros tienen pulgas.
Determinar si un argumento es sólido frecuentemente es problemático; saber si una premisa dada es cierta o falsa a menudo requiere un conocimiento adicional sobre la afirmación que puede requerir una investigación empírica. Si el argumento pasa estas dos pruebas, sin embargo – si es tanto válido como sólido – entonces la conclusión puede ser abrazada con certeza.
La regla de la lógica a menudo es quebrantada por los pseudocientíficos. Erich von Däniken, que él sólo popularizó la mitología de los astronautas antiguos en la década de 1970, escribió muchos libros en los que ofrecía muchos argumentos inválidos y poco sólidos con asombrosa regularidad (ver Omohundro 1976). En Chariots of the Gods? no estaba exento de hacer argumentos que fuesen tanto lógica como factualmente imprecisos — en otras palabras, argumentos que eran doblemente poco sólidos. Por ejemplo, von Däniken argumenta que el mapa del mundo hecho en el siglo XVI por el almirante turco Piri Re’is es tan “increíblemente preciso” que sólo podría haberse realizado a partir de imágenes por satélite. No sólo el argumento no es válido (un número de distintas técnicas distintas a la fotografía por satélite podrían dar como resultado un mapa “increíblemente preciso”), sino que la premisa es simplemente incorrecta – el mapa de Piri Re’is, de hecho, contiene muchas imprecisiones de bulto (ver Story 1981).
Por razones obvias, no es razonable considerar sólo las pruebas que apoyen la teoría y descartar las que la contradicen. Esta regla es clara y evidente, y requiere menos explicación o justificación. Sin embargo, es una regla que rompen habitualmente los defensores de afirmaciones paranormales y por aquellos que se adhieren a dichas creencias.
Por ejemplo, los que proponen la teoría de los biorritmos son propensos a apuntar que los accidentes de aviones tienen lugar en días en los que piloto, copiloto y navegador están experimentando puntos críticamente bajos en sus ciclos intelectuales, emocionales, y/o físicos. Las pruebas tenidas en cuenta para los defensores de los biorritmos, no obstante, no incluyen el aún mayor número de accidentes de avión que tuvieron lugar cuando las tripulaciones estaban experimentando puntos altos o neutrales en sus ciclos de biorritmos (Hines 1988:160). De forma similar, cuando la gente cree que Jeane Dixon tiene capacidades precognitivas debido a que predijo la elección de George Bush en 1988 (la cual hizo dos meses antes de la elección, cuando cada científico social, experto de los medios y ciudadano privado del país habían hecho el mismo pronóstico), normalmente ignoran las miles de predicciones que ha hecho Dixon y que han resultado ser falsas (tal como sus predicciones de que John F. Kennedy no lograría ganar la presidencia en 1960, que la Tercera Guerra Mundial comenzaría en 1958, y que Fidel Castro moriría en 1969). Si eres propenso a ser selectivo en las pruebas que consideras, podría ser razonable concluir que la Tierra es plana.
La regla de la honestidad es un corolario a la regla de la completitud. Cuando has examinado todas las pruebas, es esencial ser honesto contigo mismo sobre el resultado del examen. Si el peso de las pruebas contradice la afirmación, entonces tienes que abandonar tu creencia en la afirmación. Lo inverso, por supuesto, se aplicaría también.
La regla de la honestidad, al igual que la de la completitud, es a menudo violada tanto por proponentes como por seguidores de creencias paranormales. Los parapsicólogos violan esta regla cuando concluyen, tras numerosos experimentos psi posteriores que han errado al replicar los resultados inicialmente positivos, que los psi deben ser un fenómeno esquivo. (Aplicando la Navaja de Occan, la conclusión más honesta sería que el resultado original tuvo que haber sido una coincidencia). Los creyentes en lo paranormal violan esta regla cuando concluyen, tras observar como un “psíquico” dobla clandestinamente una cuchara con sus manos, que él sólo engaña a veces.
En la práctica, la regla de la honestidad normalmente se reduce al requisito de no romper la regla de falsabilidad tomando una salida múltiple. Hay más que eso, no obstante: La regla de la honestidad significa que estás en la obligación de aceptar una conclusión racional una vez que hayas examinado todas las pruebas. Si el peso abrumador de todas las pruebas falsa tu creencia, entonces debes concluir que la creencia es falsa, y debes enfrentarte a las implicaciones que la conclusión trae consigo. A la luz de la evidencia abrumadoramente negativa, la neutralidad o el agnosticismo no son mejores que la credulidad y la fe. Negación, evasión, racionalización y todos los otros mecanismos comunes de autoengaño constituirían violaciones de la regla de honestidad.
En mi opinión, sólo esta regla invalidaría toda la disciplina de la parapsicología. Tras más de un siglo de investigación erudita sistemática, la hipótesis psi sigue siendo completamente insustancial e inapoyable; los parapsicólogos han fallado, como observa Ray Hyman (1985:7), en producir “cualquier prueba consistente de que la paranormalidad puede superar un escrutinio científico aceptable”. Todas las indicaciones son que el número de parapsicólogos que observan la regla de la honestidad palidece en comparación de aquellos que se engañan a sí mismos. El veterano investigador psíquico Eric Dingwall (1985:162) resumió sus extensas experiencias de investigación parapsicológica con esta observación: “Tras sesenta años de experiencia y relación personal con la mayor parte de líderes parapsicológicos del periodo, no creo que pueda nombrar media docena que pudiese llamar estudiantes objetivos que desearan honestamente descubrir la verdad”.
La regla de replicabilidad proporciona una salvaguarda contra posibles errores, fraudes o coincidencias. Un único resultado experimental nunca es adecuado por sí mismo, si el experimento concierne a la producción de fusión nuclear o la capacidad telepática. Cualquier experimento, no importa cómo de cuidadosamente haya sido diseñado y ejecutado, siempre está sujeto a la posibilidad implícita de sesgos o errores no detectados. La regla de la replicabilidad, que requiere que observadores independientes sigan el mismo procedimiento y logren los mismos resultados, es una forma efectiva de corregir sesgos o errores, incluso si el sesgo o error sigue permanentemente sin reconocerse. Si los resultados experimentales son producto de un fraude deliberado, la regla de replicabilidad asegurará que el experimento sea realizado finalmente por investigadores honestos.
Si el fenómeno en cuestión puede ser producto de la casualidad, entonces el fenómeno debe replicarse antes de que pueda descartarse la hipótesis de coincidencia. Si la casualidad es de hecho la explicación para el fenómeno, entonces dicho fenómeno no se replicará en siguientes ensayos, y la hipótesis de coincidencia será confirmada; pero si la coincidencia no es la explicación, entonces el fenómeno será duplicado, y tendrá que buscarse una explicación aparte de la casualidad. Si predigo correctamente el lanzamiento de un dado, podrían solicitar que repita la hazaña antes de conceder que mi predicción ha sido algo más que casualidad.
La regla de replicabilidad es regularmente quebrantada por los parapsicólogos, que son especialmente dados a malinterpretar las coincidencias. El famoso “detective psíquico” Gerard Croiset, por ejemplo, afirmaba haber resuelto un número increíblemente grande de crímenes y localizado a cientos de personas perdidas en una carrera que se extendía más de cinco décadas, desde la década de 1940 hasta su muerte en 1980. La verdad es que la abrumadora mayoría de las predicciones de Croiset eran en realidad vagas, no falsables, o simplemente incorrectas. Dado el hecho de que Croiset hizo miles de predicciones durante toda su vida, no es difícil que haya disfrutado de uno o dos “éxitos” por azar. El fallecido parapsicólogo holandés Wilhelm Tenhaeff, no obstante, se aprovechó de estos “escasísimos casos de éxito” para argumentar que Croiset poseía poderes psíquicos demostrados (Hoebens 1986a:130). Esta es una clara violación a la regla de replicabilidad, y no podría haberse tenido en cuenta como prueba para las capacidades psi de Croiset incluso si los “pocos casos de éxito” hubiesen sido ciertos. (De hecho, sin embargo, muchos de los datos de Tenhaeff eran fraudulentos — ver Hoebens 1986b. )
El peso de la prueba siempre recae sobre el afirmante por la simple razón de que la ausencia pruebas que desacredite, no es lo mismo que la presencia de pruebas que confirmen. Esta regla frecuentemente es violada por los que proponen afirmaciones paranormales, que argumentan que, dado que sus afirmaciones no han sido refutadas, entonces han sido demostradas. (Los creyentes en los OVNIs, por ejemplo, argumentan que debido a que los escépticos no han explicado todos y cada uno de los avistamientos OVNI, algunos avistamientos OVNI deben ser naves extraterrestres). Considera las implicaciones de tal tipo de razonamiento: Si yo afirmo que Adolf Hitler está vivo y que vive en Argentina, ¿cómo podrías desacreditar mi afirmación? Dado que la afirmación es posible lógicamente, lo más que puedes hacer (en ausencia de una prueba forense indiscutible) es demostrar que la afirmación es altamente improbable – pero eso no sería descartarla. El hecho es que no se puede demostrar que Hitler no está viviendo en Argentina, no obstante, eso no significa que se haya demostrado que esto es cierto. Sólo significa que he demostrado que podría estarlo – pero eso significaría muy poco; la posibilidad lógica no es lo mismo que la realidad establecida. Si la ausencia de desacreditación de pruebas fuese una prueba suficiente para una afirmación, entonces podríamos “demostrar” cualquier cosa que imaginásemos. La creencia debe estar basada no simplemente en la ausencia de pruebas que descarten, sino en la presencia de pruebas de confirmen. Es obligación del que afirma proporcionar tales pruebas que confirmen.
Afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias por razones obvias de equilibrio. Si yo afirmo que llovió durante 10 minutos en mi camino al trabajo el pasado martes, entonces estaría justificado que aceptases como prueba de que esto es cierto simplemente mi informe de la situación. Pero si la afirmación es que fui abducido por unos alienígenas extraterrestres que me llevaron a toda velocidad al lado oculto de la Luna y me realizaron toda clase de extravagantes experimentos médicos, estaría justificado solicitar pruebas más sustanciales. La prueba corriente de mi testimonio, aunque suficiente para afirmaciones comunes, no es suficiente para las extraordinarias.
De hecho, el testimonio siempre es inadecuado para cualquier afirmación paranormal, ya esté ofrecida por una autoridad o por una persona normal, por la simple razón de que un ser humano puede mentir o cometer un error. Ninguna cantidad de experiencia en ningún campo es garantía contra la falibilidad humana, y la experiencia no excluye la motivación de mentir; por tanto, las credenciales, conocimiento y experiencia de una persona por sí mismas no pueden tomarse como prueba suficiente para establecer la verdad de una afirmación. Además, la sinceridad de una persona no aporta nada a la credibilidad de su testimonio. Incluso su la gente te cuenta lo que sinceramente creen que es cierto, siempre es posible que estén en un error. La percepción es un acto selectivo, dependiente del contexto de creencias, expectación, y estados bioquímicos y emocionales, y todo un conjunto de distintas variables. La memoria es notoriamente problemática, tendiendo a un rango de distorsiones, borrados, sustituciones y amplificaciones. Por tanto, el testimonio que ofrece la gente de lo que recuerda ver u oír debería siempre ser tomado de forma provisional y de una precisión aproximada; cuando la gente habla sobre lo paranormal, su testimonio nunca debería ser tenido en cuenta como una prueba fiable por sí mismo. La posibilidad e incluso la posibilidad de error son demasiado amplios (ver Connor 1986) .
Las últimas tres reglas de FiLCHeRS — honestidad, replicabilidad y suficiencia – son reglas pragmáticamente necesarias del razonamiento evidencial. Dado que los seres humanos a menudo están motivados a racionalizar y mentirse a sí mismos, dado que a veces está motivados a mentir a otros, dado que pueden cometer errores, y dado que la percepción y memoria son problemáticas, debemos demandar que las pruebas de alguna afirmación factual sea evaluada sin autoengaño, que sea cuidadosamente protegida del error, fraude y conductas inapropiadas, y que sea sustancial e inequívoca.
Lo que digo a mi estudiantes es que usen estas reglas para evaluar las pruebas ofrecidas para cualquier afirmación. Si la afirmación falla en una de estas seis pruebas, entonces debería ser rechazada; pero si pasa las seis, entonces está justificado que pongas una confianza considerable en la misma.
Pasar las seis pruebas, por supuesto, no es garantía de que la afirmación sea cierta (simplemente porque hayas examinado las pruebas disponibles actualmente no es garantía de que no habrá mañana una nueva prueba disponible que la desacredite), pero es garantía de que tienes buenas razones para creer en la afirmación. Garantiza que has vendido tu creencias a un buen precio, y que nadie te la ha mangado.
Ser un adulto responsable indica aceptar el hecho de que caso todo nuestro conocimiento es provisional, y aceptarlo de buena gana. Puede que se te requiera cambiar tu creencia mañana, si la evidencia lo garantiza y deberías ser capaz de hacerlo. Esto, en esencia, es lo que significa el escepticismo: creer si, y sólo si hay pruebas que lo garanticen.
Referencias
Connor, John W. 1984. Misperception, folk belief, and the occult: A cognitive guide to understanding. SKEPTICAL INQUIRER, 8:344-354, Summer.
Dingwall, E. J. 1985. The need for responsibility in parapsychology: My sixty years in psychical research. In A Skeptic’s Handbook of Parapsychology, 161-174, ed. by Paul Kurtz. Buffalo, N Y. Prometheus Books.
Hines, Terence. 1988. Pseudoscience and the Paranormal Buffalo, N.Y Prometheus Books.
Hoebens, Piet Hein. 1981. Gerard Croiset: Investigation of the Mozart of “psychic sleuths.” SKEPTICAL INQUIRER, 6(1):1728, Fall.
– — – . 1981-82. Croiset and Professor Tenhaeff Discrepancies in claims of clairvoyance. SKEPTICAL INQUIRER, (2):21-40, Winter.
Hyman, Ray. 1985. A critical historical overview of parapsychology. In A Skeptic’s Handbook of Parapsychology, 3-96, ed. by Paul Kurtz Buffalo, N.Y. Prometheus Books.
Omohundro, John T. 1976. Von Däniken’s chariots primer in the art of cooked science. SKEPTICAL INQUIRER, 1(1):58-68, Fall.
Story, Ronald D. 1977 Von Däniken’s golden gods, SKEPTICAL INQUIRER, 2(1):22-35, Fall/Winter.