Paseando por Oviedo una puede cruzarse con esta mujer, pequeña, regordeta con aspecto de abuela de muchos nietos. Si miras sus manos te las imaginas haciendo bizcochos y galletas para las meriendas con su familia y sus amigas. Sin embargo, esas manos pertenecen a una de las pianistas de más talento que ha dado este país. Una gran concertista que simultaneó los escenarios con la enseñanza en el Conservatorio. Tal vez sea la imagen de la antidiva, pero es una de mis divas.
Nocturno D (F. Chopin)
Claro Luna (L.v. Beethoven)
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on 20 septiembre 2008
at 22:07
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