Wole Soyinka

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Dramaturgo, novelista, poeta y ensayista nigeriano. Su obra poética mezcla la tradición africana con la poesía experimental occidental. Sus primeras obras son más accesibles, pero tras su paso por la cárcel durante la guerra civil su obra se vuelve mucho más oscura, compleja y crítica. Es uno de los padres de la poesía africana moderna junto a Christopher Okigbo y Léopold Sédar Senghor (con el que mantuvo una dura polémica en relación con el concepto de negritud que éste reivindicaba).
Recibió el Nobel de Literatura en 1986.
Los poemas pertenecen a "Lanzadera en una cripta" publicado en 1972, poemario complejo y lleno de simbolismos, con una sintaxis y puntuación extrañas con las que se busca recuperar la oralidad, el sonido ha de ayudar a encontrar el ritmo y el sentido al poema (algo parecido a lo que décadas antes había propuesto ya Gertrude Stein).
La versión es la de Luis Ingelmo.



HAMLET
Renquearon y pararon, sus dudas acalló
fue decisión al límite. Por miedo a fallar
se extinguió de la pasión la llama, provocó
su turbación complacencia en la endemia estatal

espectros su tierra agotaron; en galería
de ideas disecó apoyado historias «contadas
por un idiota». Para la culpa que irruiría
una escena de pasión concibió sin alarma.

Justicia exasperada. Las vueltas y requiebros
del pensar danzaron sin contraste del deber
la metafísica renunció a la razón muda
y la traición arañó el gris del barro primero:
precisa fue sal en la herida, el «filo también
herbado» para armar al príncipe de las dudas.



ULISES
Apuntes de camino a mi clase sobre Joyce

A la caza de la música del alma, en una ocasión
vi, por entre tablones al sol, una gota de lluvia
en ríos alargarse sobre el cristal de la ventana
y contra este indoloro potro del tiempo estirado
me hallaba, herencia del pensar, arcilla y voces
con suavidad tornándose en viento y en lluvia
y, por miedo a perder los hitos de mi propio ser,
acuchillé el aire con ruidos secos, resonantes
sondeé con redobles el crecimiento de las hojas.

Frías alas despliega esta tormenta, y las bate
cual intercambio al compás del parto y la muerte
la angustiosa pasión de la lluvia, amor de partera
sin resuello deja a quien recala tras penoso viajar.
Hospedado en las antesalas inertes
de un puerto-pesebre, yo, sonámbulo atravieso
el fatigoso ciclo del vientre de las estaciones
que se afanan por dar a luz su propio yo inmortal,
un parrandero más durante los ritos, soy
testigo de los posos de levadura que los años dejan
bajo la espuma, las plantas encallecidas caminan
con emplastos de marga nueva. Nos abrazamos
el mundo y yo durante infinitudes desaforadas.
Me he acostumbrado a esa región del mundo
que los pies me besa, mas soporto la lluvia
de clavos que penetra hasta el corazón arquetípico
de todo viajero solitario.

Cuánto placer en haber jugado con los conceptos.
El Tiempo —ya lo hemos tratado— el Tiempo se halla
fuera de mi alcance, un corazón febril ralentizado
hasta alcanzar la calma de la muerte. Pesa todo y nada,
la lluvia lo detiene y se me escurre entre los dedos.
Era una cubierta de cristal sobre el mundo
lentamente sus añicos regó un rastrillo de truenos
hasta fundirlos y hacerlos granizo, y me encontré
durante un tiempo a su verdad efímera prendido.
Fue un instante. Brotó para sacar a flote un pecio
de entre jirones de tabaco mientras tejía un espacio
inflado cual danza de marola y fuentes pigmeas:
desechos del cambio, defectos en la cohesión
chapiteles de las sedes rotas hundidos, espina arrojada
al océano-matriz: consumación del barro. Persigo
un cordón de algas para unir tu aliento al mío
zurullo primero en un mar de heces: ¡y cómo bregamos
contra las olas para abonar las tierras con la bajamar!
¿Cuán dorado es al fin el vellocino recobrado?
Una pregunta que rehusamos hacerle al Bardo.

Se inician los ciclos de busca, para rastrear la madeja
del yo entre velos ciegos, para tropezar con urdimbres
para soportar los efugios de embrollos arácnidos hasta
plegamientos con olor a piara y túneles acariciantes
que acaban como encrucijadas en los estrechos, entre
rocas vaginales. Justo aquí, cuando el tiempo
se solapa y se renuncia a la carne, nos liberamos
de nuestras preguntas, aquí nos alejamos de pasos
que acortan el camino erosionado, de escoriar
la piel encallecida de puertas redentoras
y ciegas. En mentes vetustas por la búsqueda
reposamos, arraigados pese a la confusión reinante
soledad de roquedo entre olas rellenas de vino
y demoras, en la paradoja de las ventanas del faro
sobre mares ennegrecidos, nuestros seres iluminados
cuelgan como espejismos sobre la realidad del mundo.



ESPACIO
Ilimitada era su voluntad durante
el vuelo, era un silencio arrojado
a un colector de agua y aire
extraído de la matriz de un arca

aliento de la luz, alas tejedoras en el telar
de lo inconmensurable, desde el borde
de manos en oración separadas para redimir
las promesas del primer decreto inquebrantado

vuela para probar el diluvio en una paja
que vadea el oscuro estuario de la ira
emisario del calafateo y techado de los desechos
selectos, único entre todos los fallecidos

entre redes de luciérnagas suavemente
hincó un mallete en la corteza de los cielos
igual que el peregrino vuelve a sus orígenes
así residía la blanca sombra en el telar

su plenitud, una tienda de campaña blanca
en arenas de cobalto, y él, la vela mayor
—no sea que se olvide el ciclo de inundaciones—
arranca un dátil para la caravana. La piedra
la piedra angular fuente de espejismos ciertos
se abre a un oasis abrasador en el Oriente
sin alas voló, barca de incienso incrustado
de arroyos de esperanza, temblor de brumas
que desciende a un canto aéreo, incorpóreo
una toga oval del lívido claro de luna
un momento luminoso en el silencio, atraído
por dedos fantasmales hacia el telar enamorado

entre el viaje exterior y la mirada vuelta
hacia un vidriado de superficies antes
desocupadas vio ¡intersticios de polvo
recién brotados con los que medir el espacio!

¿Tanto extraña que no vaya a regresar?
¡Su descanso busca en vientos de costado
que vierten en un flujo incipiente
el diseño de la Palabra cual diluvio eterno!

This entry was posted on 09 julio 2013 at 18:55 and is filed under , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

2 comentarios

Bueno, otro más de esos que no conozco más que de que me suene su nombre (probablemente en relación con el Nobel). De hecho, voy a reconocer tan completamente mi ignorancia supina que diré que ese nombre pensaba que correspondía a una mujer.
Ahi queda eso.

¿Escribe en inglés?
"Ulises" me ha parecido muy interesante.

Un saludo veraniego por encima de los 40º (tendréis mar y tendréis montaña, pero no tendréis dias de 48 grados como los que ya hemos tenido por aquí. Bueno, vale, no sabía de que presumir)

16 de julio de 2013, 18:49

Hola Oscar.
Soyinka ha escrito un poco de todo, pero principalmente teatro, luego poesía y luego dos novelas. Además, como la mayoría de los referentes de la literatura africana, ha escrito mucho ensayo (la relación de la literatura con la colonización y la tradición oral dan para mucho).
Escribe en inglés, sí, casi todos los grandes escritores africanos escriben en la lengua del colonizador, los nigerianos (Soyinka, Achebe, Okri, Adichie, Nwapa, ...) en inglés, los senegaleses (Senghor, Bugul, Ba, ...) en francés, los mozambiqueños (Couto, Chiziane, ...) en protugués, ...
Un caso especial es Thiong'o (keniata) que empezó a escribir en inglés para después pasar a escribir por cuestiones políticas en kikuyu (aunque él mismo se suele traducir al inglés).
Aquí llevamos un par de semanas rondando los 30, en condiciones normales sería algo agobiante, pero el invierno y la primavera han sido tan malos que parece que hasta se lleva mejor lo del calor.

17 de julio de 2013, 10:35

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