William Carlos Williams

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Narrador, dramaturgo, ensayista y, sobre todo, poeta estadounidense. Asociado al modernismo y al imagismo, pertenece a la generación de poetas (a la que también perteneció Ezra Pound) que intentaron encontrar un camino diferente al que llevaba la tradición poética inglesa aún vigente. Su poesía buscó salir de la torre de marfil y posarse en la tierra; el poeta no se encuentra para él aislado, tejiendo juegos verbales, el poeta es alguien que debe ir por la vida escuchando, comprometiéndose, participando más que observando.


Para despertar a una anciana
La vejez:
vuelo de pájaros
que pían
al rozar
pelados árboles
sobre la nieve tersa.

Los sacude
de aquí para allá
un viento oscuro
¿Y qué?
Sobre varas ásperas
se posa la bandada,
la nieve
se cubre de cáscaras
de semillas,
un estridente
gorjeo de hartazgo
serena el viento.

Versión de Octavio Paz

 Consagración de un pedazo de tierra
Este pedazo de tierra
frente a las aguas de esta ensenada
consagra la viviente presencia
de Emily Dickinson Wellcome
que nació en Inglaterra, se casó,
perdió a su marido y con su hijo
de cinco años se embarcó
en un barco de dos mástiles, rumboa
Nueva York, fue aventada hasta las Azores,
encalló en los bancos de la Isla del Fuego,
en una casa de huéspedes de Brooklin
encontró a su segundo marido,
se fue con él a Puerto Rico,
parió otros tres hijos, perdió
a su segundo marido, vivió
trabajosamente ocho años
en Santo Tomás y en Santo Domingo, siguió
a su hijo mayor a Nueva York, perdió
a su hija, a su "nene",
recogió a los chicos del hijo mayor
de su segundo matrimonio, los crió—
quedaron huérfanos— peleó
por ellos con la otra abuela
y las tías, los trajo aquí
verano tras verano y aquí se defendió
contra pícaros, tormentas, sol, fuego,
contra las moscas, contra
las muchachas que venían a husmear,
contra la sequía, la cizaña, las marejadas,
los vecinos, las comadrejas ladronas
de gallinas, contra
la flaqueza de sus propias manos
y la fuerza creciente
de los muchachos, contra el viento,
las piedras, los intrusos, las grietas,
contra su propia alma.

Desenyerbó esta tierra con sus manos,
tiranizó desde esta parcela, puso
como trapo al hijo mayor
hasta que no la compró, aquí
vivió quince años, aquí
alcanzó la soledad final y—

Si no puedes traer nada sino
tu osamenta: quédate afuera.

Versión de Octavio Paz


Lamento
Me llaman y voy.
Es un camino helado
después de medianoche,
una nevisca atrapada
en los tiesos carriles.
Se abre la puerta.
Sonrío, entro y
me sacudo el frío.
Hay una mujer corpulenta
de costado en la cama.
Está enferma,
acaso vomitando,
acaso esforzándose
para dar a luz
su décimo hijo. ¡Alegría! ¡Alegría!
¡La noche es un cuarto
oscurecido para amantes,
a través de las persianas el sol
ha enviado una aguja dorada!
le aparto el pelo de los ojos
y contemplo su dolor
compadeciéndome.

Versión de Alberto Girri


El descenso
El descenso nos llama
como nos llamó el ascenso
La memoria es como
un logro,
una especie de renovación
casi
una iniciación, nuevos espacios abiertos
habitados por hordas
y por tanto, no implica
nuevas especies –
pues su movimiento
se dirige hacia destinos nuevos
(aunque hayan sido abandonados)

Ninguna derrota se compone sólo de derrota – pues
el mundo que abre siempre es un lugar
hasta entonces
insospechado. Un
mundo perdido,
un mundo insospechado,
nos llama a nuevos lugares
y ninguna blancura (perdida) es tan blanca como
el recuerdo de la blancura

Con la tarde, el amor despierta
aunque sus sombras
vivas por el brillo
del sol –
somnolientas ahora se abandonen
al deseo
El amor sin sombras surge ahora
comienza a despertar
conforme la noche
avanza.

El descenso
hecho de desesperanza
sin logros
cae en la cuenta
del nuevo despertar:
que es el revés
de la desesperanza.
Así, lo que no logramos,
lo negado al amor,
lo que hemos perdido antes –
se hace descenso
sin fin, indestructible.

Versión creo que de Pura López Colomé

This entry was posted on 29 septiembre 2012 at 21:25 and is filed under , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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