Ilarie Voronca

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Poeta y ensayista rumano de origen judío. Su obra recorrió muchas de las vanguardias literarias de principios del siglo XX: empezó como simbolista para ir pasando luego por el modernismo o el surrealismo. Sus primeros trabajos fueron escritos en rumano pero a partir de su asentamiento en Francia comienza a escribir en francés. Junto a Benajmin Fondane (con quien comparte itinerancia entre corrientes e idiomas) y Tristan Tzara (también aquí) es la representación de la vanguardia literaria rumana de entreguerras.

Belleza de este mundo
Nada oscurecerá la belleza de este mundo.
Las lágrimas pueden anegar toda la visión. El sufrimiento
puede hincar sus garras en mi garganta. La pena,
la amargura, pueden levantar sus paredes de ceniza,
la cobardía, el odio, pueden extender su noche,
nada oscurecerá la belleza de este mundo.

Ninguna derrota me ha sido ahorrada. Conocí
el gusto amargo de la separación. Y el olvido del amigo
y las veladas al lado del moribundo. Y el regreso
vacío del cementerio. Y la mirada terrible de la esposa
abandonada. Y el alma tenebrosa del extraño,
pero nada oscurecerá la belleza de este mundo.

¡Ah! Querían ponerme a prueba, apartar
mi mirada de este mundo. Se preguntaban: “¿Resistirá?”
Todo lo que me era querido me fue arrebatado. Y oscuros
velos cubrían los jardines en mi proximidad
la mujer amada volvía a lo lejos su rostro ciego
pero nada oscurecerá la belleza de este mundo.

Yo sabía que lo humilde tenía contornos tiernos,
la carreta en el campo como un sol naciente,
dicha, río helado, que en primavera
se despierta y las voces cantan en el mármol
en lo alto de los promontorios ondea el estandarte del viento
nada oscurecerá la belleza de este mundo.

¡Vamos! Hay que resistir. Pues quieren engañarnos,
si caemos en la turbación estaremos perdidos.
Cada tristeza está ahí para ocultar un milagro.
Una cortina que corremos sobre el día fulgurante,
recuerda las dulces citas, los juramentos,
porque nada oscurecerá la belleza de este mundo.

Nada oscurecerá la belleza de este mundo,
hay que arrancarse la máscara del dolor,
y anunciar el tiempo del hombre, la bondad,
y las comarcas de la risa y la quietud.
Dichosos, marcharemos hacia la última prueba
con la frente en la claridad, libación de la esperanza,
nada oscurecerá la belleza de este mundo.



Las manos vacías
Tus emisarios están de pie bajo nuestro umbral
“Que cada cual aporte lo mejor que tiene” dicen
los ricos han amontonado sus joyas, sus telas,
cargados de sortijas sus dedos brillan más que sus ojos,
el sonido de las monedas apagó el de su memoria
no oyen el paso de los hombres del futuro
pero nosotros
avanzamos con las manos vacías y la mirada serena.

Una vez más nosotros somos los despreciados, los humildes.
Ellos, han colmado las naves. Caminan
a la cabeza de ejércitos gloriosos. Requieren
del fondo de los tiempos sus cosechas y rebaños.
Ningún trofeo es olvidado y en su frente
el sueño de su fuerza alza una corona
pero nosotros
avanzamos con las manos vacías y la mirada serena.

Nosotros hemos visto la inolvidable estrella,
la fanfarria altanera de los bosques bajo la tormenta
el sol en los árboles como en las astas de un ciervo,
los océanos trazaban en torno su círculo de fuego
cada cosa susurraba: “recuérdalo bien”
había que guardar la imagen no la cosa
y nosotros
avanzamos con las manos vacías y la mirada serena.

Ellos aportan lo que han cogido, pero no
la llama sin adorno en la urna de su alma,
siempre el continente, nunca el contenido,
la piedra pero no su voz muda,
el pájaro pero no el humo de su vuelo,
el metal no el brillo de las ruedas del alba
Pero nosotros
avanzamos con las manos vacías y la mirada serena.

Nuestra parte fue la parte del débil.
No pedir, sino darse completamente entero,
dispersándonos por el universo para después mejor
recibirlo en nosotros. ¡Oh! Mares, montañas, astros,
sólo hemos retenido vuestros reflejos,
del rico ganado de los establos hemos preferido el aliento,
Y nosotros
avanzamos con las manos vacías y la mirada serena.

Venimos con las manos vacías y la mirada serena
porque los nombres están en nosotros. Tus emisarios sabrán leerlos
Los otros amontonan todo aquello de lo que nos han despojado
y el mundo purificado en el fuego de su envidia
nos protege y acoge. Los otros se derrumban
bajo el fardo de los triunfos y los adornos
pero nosotros
avanzamos con las manos vacías y la mirada serena.

This entry was posted on 13 diciembre 2010 at 21:12 and is filed under , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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