Egon Schiele

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Las viejas casas
están impregnadas por el calor de un aire tierra
de Siena,
por todas partes, hay estores quemados por el sol
blanco, rojo; aquí sale al encuentro la música
de un viejo organillo;
usada todo el año, la levita negra del músico
ciego,
es parda–verde–pasado, acribillada de agujeros,
llena de desgarrones.
Te llamo para mostrarte todo lo que está permitido;
ya grandes y pequeños ojos de niños miran
en el interior riendo
y hablan de mí;
En lo alto del jardín están todas las variaciones
del verde
y flores parecidas a los Hombres, y flores.
Afuera, en un campo–color
se han fundido siluetas brillantes
morenos campesinos de pelo crespo al borde del ocre
sendero
y púberes muchachas amarillas en el campo de lirios.
¿Lo oyes tú?
En el árbol–follaje se encuentra un pájaro ferviente,
sus colores son mates,
apenas se mueve y no canta,
– MIL VARIACIONES DEL VERDE SE REFLEJAN EN
SUS OJOS.


Bajo un cielo blanco
Ahora, vuelvo a ver la ciudad negra
que ha permanecido
igual,
como siempre, aquí se desplazan pequeños propietarios
hogareños,
–los pobres–
tan pobres,
el follaje otoñal de susurrante–oropimente exhala un olor
parecido al suyo. –
¡Qué bello es el otoño en este paisaje invernoso
de vientos desatados!


Bosque de abetos
Entro en el corazón
de la catedral negra–roja del denso bosque de abetos
que vive sin ruidos y se contempla en un mímico gesto.
Los troncos–pupilas se enmarañan
y se vacían del húmedo aire visible.
¡Qué belleza! – Todo está muerto vivo.

This entry was posted on 22 enero 2010 at 19:15 and is filed under , , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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