Victoriano Crémer

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Hoy ha fallecido Victoriano Crémer (tenía 102 años). Novelista, ensayista, poeta, fue cofundador de la revista de poesía "Espadaña", revista que publicó la obra de los poetas opuestos al franquismo.

CANSANCIO
A tu embate me rindo. Ya no lucho
por conseguir tu beso. Estoy cansado,
y a través de la carne luminosa
he conseguido ver. Saber de ti.

Tú, tan remota, tan alejada siempre
del caudal de esta sangre, te has entrado
como un viento en las venas y tu furia
desordenó la gracia de mis trigos.

Me llegan las palabras, de ti misma,
y en ti, cuajada, queda la mirada.
Soy un ajeno mármol que rechaza
tus calientes caricias de pantera.

Perseguías girar en mis hogueras,
azotarte en mis llamas, reclinarte
sumisa entre mis cardos violentos,
mientras la sangre choca y se devela.

Pero ya no es posible. Estoy cansado;
seco como una estrella. Ya no lucho.
Sonrío, contemplando hombres de sueño,
buscándote en callejas temerarias.



MUCHACHA FEA ANTE EL ESPEJO
Tímidamente pregunto
por mi carne de nardo
a los hondos espejos de la noche,
en la soledad de las alcobas.

Como ríos inmóviles, naciendo de improviso,
la imagen desolada me devuelven,
en un oscuro grito sumergido:

(Mi quebrada cintura, el amplio abrazo,
que sostienen mis hombros;
mis duros besos, la mirada
de doliente tigresa
y este mi vientre estéril
que soporta su brío de mar encadenado.)

Los encajes marchitan sus frescas azucenas
entre olor de manzanas;
y los oscuros cuencos que contendrán mis senos
se esparcen como rosas quemadas en la espera.

¿Qué tonos violentos, qué descrinados potros
romperán con sus cascos mis helados cristales,
mi azorado silencio,
mi soledad, poblada de nieblas y rubores?

Me siento desvelada por manos de ceniza,
recorrida por tristes miradas compasivas,
evitada por sauces y ríos vigorosos
a quienes doy mi blanco desnudo palpitante.

Lejanas voces claman.
Cuerpos, como montañas, se golpean, se funden,
y su lava se vierte
sobre la vida ávida, fecundando sus brotes...

Rompen ríos de sangre sus oscuras cortezas,
y entre bosques, se buscan
y mezclan sus furiosos caudales enemigos
elevando a los cielos sus sangrientos despojos.

Y yo, sola, me busco
entre espejos siniestros;
sin encajes ni lágrimas, con mi triste desnudo
-¡Oh fealdad doliente!-,
saltándome a los labios
como un perro, en la triste soledad de mi alcoba...

This entry was posted on 27 junio 2009 at 20:46 and is filed under , , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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