Nunca he tenido muy claro por qué a Poncela, uno de los autores más cínicos, absurdos, hilarantes y divertidos que ha dado este país, la mayoría de la gente lo considera carca y cutre. Tal vez porque no lo han leído.


LAS MUJERES

¡ESPERA UN SEGUNDO!

¡Las mujeres...! ¡Oh las mujeres!

(Máxima de monsieur Dupont)

Advertencia previa. — Señores: hay que declarar que a las mujeres no se las ha estudiado debidamente. Lo mismo ocurre con la ley Hipotecaria.
En todas las literaturas existen cientos de libros dedicados al estudio de la mujer, pero esos libros no tienen ningún valor real y exacto. Hora es ya, señores, de que se haga un estudio, siquiera sea ligero, de esos seres que Dios concedió a los hombres para su felicidad y para su desesperación. Soy audaz y voy a lanzarme a semejante trabajo. Que las musas me estén propicias.
Vamos a sorprender a las mujeres en uno de sus aspectos: cuando se preparan para salir de casa.
Mariano Luján es el protagonista de esta breví­sima historia. Me extraña mucho que el protagonis­ta se llame Mariano, pero, efectivamente, se llama así. Mariano es un hombre inadmisible, propio sólo para un invitado de boda de café. Es muy difícil decir Mariano e imaginarse un hombre de buen gusto. Pero yo ruego al lector que haga un intenso esfuerzo mental y que al leer Mariano Luján vea, con las pupilas de la fantasía, un individuo de charla fácil e ingeniosa, sentimental y alegre, caballeresco como Amadís de Gaula y agradable como un cheque contra el Banco de Londres. Es decir, lo que se llama un hombre de buen gusto.
Evelia Ansó es la protagonista. Tampoco es sen­cillo sorprender tras el nombre de Evelia una mujer chic. Declaramos que Evelia es un nombre de anciana de Clases pasivas. Y adviértanse las terribles di­ficultades con que lucho para presentar a los prota­gonistas, Evelia y Mariano, tal y como son; es decir, elegantes, delicados, distinguidísimos. ¿Se puede lle­gar a la emoción artística diciendo: «¡Evelia de mi alma!»? ¿Y exclamando: «¡Mariano adorado!»? No. Es evidente que con tales nombres no se puede lle­gar a la emoción artística. Pero no importa. Amo las dificultades y voy a elaborar mi historia con Maria­no y con Evelia.

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