André Breton

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Los escritos vuelan
El satén de las páginas que se hojean en los libros modela
una mujer tan hermosa
Que cuando no se lee se contempla a esa mujer con tristeza
Sin atreverse a hablarle sin atreverse a decirle que es tan hermosa
Que lo que se va a saber no tiene precio
Esta mujer pasa imperceptiblemente entre un rumor de flores
A veces se vuelve en medio de las estaciones impresas
Para preguntar la hora o mejor aún simula contemplar unas joyas bien de frente
Como no hacen las criaturas reales
(...)


Siempre por primera vez
Siempre por primera vez
Apenas si te conozco de vista
Vuelves a tal hora de la noche en una casa oblicua a mi ventana
Casa toda imaginaria
En donde de un segundo a otro
En lo negro intacto
Espero a que se produzca una vez más la desgarradura fascinante
La desgarradura única
De la fachada y de mi corazón
Cuanto más me aproximo a ti
En realidad
Más canta la llave en la puerta de la habitación desconocida
En donde te me apareces sola
Estás primero enteramente fundida en el resplandor
El ángulo fugitivo de una cortina
Es un campo de jazmín que he contemplado al alba en una carretera de los alrededores de Grasse
Con sus recolectoras en diagonal
Detrás de ellas el ala sombría cayendo de las plantas despobladas
Delante de ellas el cartabón de lo deslumbrante
La cortina imperceptiblemente levantada
Vuelven en tumulto todas las flores
Eres tú luchando con esa hora demasiado larga nunca bastante turbia
hasta el sueño
Tú como si pudieras ser la misma
Con la diferencia que quizás no te encuentre jamás
Haces como si no supieras que te observo
Maravillosamente no estoy ya seguro de que lo sepas
Tu ociosidad me llena los ojos de lágrimas
Una nube de interpretaciones rodea cada uno de tus gestos
Es una caza nocturna con miel
Hay unas mecedoras en un puente hay unas ramas que pueden arañarte en el bosque
Hay en un escaparate de la calle Notre-Dame-de Lorette
Dos bellas piernas cruzadas presas de unas largas medias
Que se abren en el centro de un gran trébol blanco
Hay una escalera de seda desplegada sobre la hiedra
Sólo hay
Asomarme al abismo
De la fusión sin esperanza de tu presencia y de tu ausencia
He encontrado el secreto
De amarte
Siempre por primera vez.


Guerra
Miro a la Bestia mientras se lame
Para confundirse mejor con todo lo que la rodea
Sus ojos color de marejada
De improviso son la charca atrayendo hacia sí la ropa
sucia de los desperdicios
La que detiene siempre al hombre
La charca con su pequeña plaza de la Opera en la tripa
Porque la fosforescencia es la llave de los ojos de la Bestia
Que se lame
Y su lengua arrojada no se sabe de antemano nunca hacia donde
Es un cruce de hogueras
Desde abajo contemplo su palacio
Hecho con lámparas en bolsas
Y bajo la bóveda azul de rey
De arcos desdorados en perspectiva uno con otro
Mientras corre el soplo hecho con la generalización al infinito de aquel de esos miserables el torso desnudo que actúan sobre la plaza pública tragando antorcha de petróleo en una agria lluvia de monedas
Las pústulas de la bestia resplandecen de estos hecatombes de jóvenes con los cuales se ceba la Cifra
Los flancos protegidos por las relucientes escamas que son los ejércitos
Abombados de los cuales cada uno gira perfectamente sobre su bisagra
Aunque ellas dependan unas de otras no menos que los gallos que se insultan al amanecer de estiércol a estiércol
Se toca al defecto de la conciencia sin embargo algunos
persisten en sostener que el día va a nacer
La puerta quise decir la Bestia se está lamiendo bajo el ala
Y se ve ¿será de reírse? convulsionarse granujas en el fondo de una taberna
Este espejismo con el cual se había hecho la bondad se razona
Es un yacimiento de mercurio
Quizás se podría beber a lengüetadas de una sola vez
Creí que la bestia se volvía hacia mí volví a ver la suciedad del relámpago
Qué blanca es en sus membranas en lo perfilado de sus bosques de abedules donde se organiza el acecho
En las jarcias de sus navíos en la proa desde donde se zambulle una mujer que las fatigas del amor han adornado con una máscara verde
Falsa alerta la Bestia guarda sus garras en corona eréctil alrededor de los pechos
Intento no tambalearme demasiado cuando mueve la cola
Que es a la vez la carroza biselada y el latigazo
En el olor sofocante de la cicindela
Desde su litera sucia de sangre negra y oro hacia la luna afila uno de sus cuernos con el árbol entusiasta del perjuicio
Acurrucándose con languideces espantosas
Halagada
La Bestia lame su sexo no dije nada

This entry was posted on 26 enero 2009 at 18:31 and is filed under , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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