Mark Twain - "Las aventuras de Huckleberry Finn"

Posted by Arabella in ,

Tras muchas aventuras, Huck tiene la posibilidad de reformarse e integrase en su comunidad.

Aquello me hizo temblar. Y decidí ponerme a rezar y ver si podía dejar de ser un mal chico y hacerme mejor. Así que me arrodillé. Pero no me salían las palabras. ¿Por qué no? No valía de nada tratar de disimulárselo a Él. Ni a mí tampoco. Sabía muy bien por qué no salían de mí. Era porque mi alma no estaba limpia; era porque no me había arrepentido; era porque estaba jugando a dos pa­ños. Hacía como si fuera a renunciar al pecado, pero por dentro seguía empeñado en el peor de todos. Trataba de obligar a mi boca a decir que iba a hacer lo que estaba bien y lo que era correcto y escribir a la dueña de aquel negro para comunicarle dónde estaba; pero en el fondo sabía que era mentira, y Él también. No se pueden rezar mentiras, según comprendí entonces.

De manera que estaba lleno de problemas, todos los problemas del mundo, y no sabía qué hacer. Por fin tuve una idea y me dije: «Voy a escribir la carta y después in­tentaré rezar». Y, bueno, me quedé asombrado de cómo me volví a sentir ligero como una pluma inmediatamen­te, y sin más problemas. Así que agarré una hoja de papel y un lápiz, sintiéndome muy contento y animado, y me senté a escribir:

«Señorita Watson, su negro fugitivo está aquí dos millas abajo de Pikesville y lo tiene el señor Phelps,que se lo devolverá por la recompensa si lo manda a buscar.
HUCK FINN»

Me sentí bien y limpio de pecado por primera vez en toda mi vida y comprendí que ahora ya podía rezar. Pero no lo hice inmediatamente, sino que puse la hoja de papel a un lado y me quedé allí pensando: pensando lo bien que estaba que todo hubiera ocurrido así y lo cerca que ha­bía estado yo de perderme y de ir al infierno. Y seguí pensando. Y me puse a pensar en nuestro viaje río abajo y vi a Jim delante de mí todo el tiempo: de día y de noche, a ve­ces a la luz de la luna, otras veces en medio de tormentas, y cuando bajábamos flotando, charlando y cantando y riéndonos. Pero no sé por qué parecía que no encontraba nada que me endureciese en contra de él, sino todo lo contrario. Le vi hacer mi guardia además de la suya, en lugar de despertarme, para que yo pudiera dormir más, y vi cómo se alegró cuando yo volví en medio de la niebla, y cuando volvimos a encontrarnos otra vez en el pantano, allá lejos donde la venganza de sangre, y todos aquellos momentos, y cómo siempre me llamaba su niño y me acariciaba y hacía todo lo que podía por mí, y lo bueno que había sido siempre, hasta que llegué al momento en que lo había salvado cuando les dije a los hombres que teníamos la viruela a bordo y lo agradecido que estuvo y que había dicho que yo era el mejor amigo que tenía en el mundo el viejo Jim, y el único que tiene ahora, y después, cuando miraba al azar de un lado para el otro, vi la hoja de papel.
Me costó trabajo decidirme. Agarré el papel y lo sostu­ve en la mano. Estaba temblando, porque tenía que deci­dir para siempre entre dos cosas, y lo sabía. Lo miré un minuto, como conteniendo el aliento, y después me dije:
- ¡Pues vale, iré al infierno!», y lo rompí.

Y dicen que esto es literatura para niños.
Como ya dijera en otra ocasión Mark Twain: "el cielo lo prefiero por el clima, el infierno por los amigos"

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